Violencia de género

Viernes, 20 Noviembre 2020 20:05

Una concejala de Palma de Mallorca ha hecho unas declaraciones en las que indicaba que el tamaño de los genitales masculinos influye en que su agresividad hacia las mujeres sea mayor o menor; y en Córdoba se han pegado una serie de carteles en contra de la violencia de género, en los que se indica: «De mayor no quiero ser como mi papá», aludiendo a que un supuesto niño no quiere ser de mayor como se supone que es su padre, es decir, un maltratador.

Creo que estamos confundiendo los términos. No podemos juzgar a todos por igual. No podemos generalizar de esa manera. Si queremos construir un mundo mejor, ha de ser trabajando codo con codo hombres y mujeres, no enfrentándonos unos a otros en función de determinadas características, determinadas sensibilidades, determinadas circunstancias o determinados afectos. Hemos de concienciarnos todos de que esto es un problema que a todos nos atañe, y entre todos lo debemos resolver. Tampoco sirve culpabilizar unas y otras declaraciones. No sirve decir (como se ha dicho) que la concejala mallorquina era de Podemos, y que ya sabemos cómo se las gastan las feministas de ese partido, porque eso es meter a todos (o a todas) en el mismo saco; o que el ayuntamiento de Córdoba está gobernado por el PP y por Ciudadanos, y que por eso tienden a generalizar.

¿La violencia de género tiene algo que ver con la personalidad masculina? Entiendo que la violencia, o la agresividad extrema, en general, es sólo una característica de determinadas personas, y que quizá por una falta de control su temperamento se desata de una forma inimaginable, y que, aunque esas personas puedan ser de uno o de otro sexo, sin lugar a dudas, la violencia ejercida contra las mujeres es infinitamente mayor que la que pueden ejercer las mujeres contra los hombres; y como la peor parte se la llevan siempre las mujeres, aquí es donde hemos de incidir, y hemos de incidir, pensando que esto no es sólo un problema político, o un problema social, sino un problema fundamentalmente de educación.

Para una mujer es complicado entender la forma de ser y el comportamiento de un hombre, a veces rudo; pero para un hombre puede ser también difícil entender el carácter, la sensibilidad y el espíritu femeninos. Somos tan diferentes que entendernos se vuelve a menudo complejo. Sin embargo hemos de convivir, nos hemos de ayudar, hemos de colaborar en la construcción de nuestro mundo, en nuestro trabajo habitual, en las labores familiares, y todo eso no se puede llevar a cabo sin que haya una comprensión, una compensación mutua, un interés por caminar juntos, por encima de diferencias de cualquier tipo, y un reparto de tareas, en el que cada uno aporte aquello que mejor sabe hacer, aquello para lo que está más capacitado o aquello que le parezca más atractivo.

El tamaño mayor del cerebro del hombre no supone una inteligencia mayor en ningún caso, aunque sí la capacidad del procesamiento espacial; pero a las mujeres, en cambio, se les observa una mayor fluidez verbal, aunque la mayor diferencia entre hombres y mujeres está en la sensibilidad. Los psicólogos refuerzan la teoría de las dos naturalezas humanas, y estudios recientes encuentran una distancia mayor de la que se creía entre la personalidad de los dos sexos. La sensibilidad, mayor en las mujeres que en los hombres, es el rasgo más diferenciador, pero no el único.

Ellas son también más cordiales, ansiosas y aprensivas, y ellos puntúan más en atención a las normas y estabilidad emocional, según publica «Plos One» en su libro La distancia entre Marte y Venus, fruto del trabajo en el que se ha aplicado una escala de 15 rasgos de la personalidad a una encuesta realizada sobre 10.200 estadounidenses, la mayoría de raza blanca y con un nivel de estudios superiores a la media del país.

Las investigaciones explican que la sensibilidad diferencia a las personas que son sentimentales, estéticas y tiernas de las que son utilitarias, objetivas, poco sentimentales y duras de carácter, lo que influye en el comportamiento general. Pero aparte de la sensibilidad, hay otros rasgos de personalidad entre hombres y mujeres, que tienen efectos importantes en la estabilidad en las relaciones sentimentales, en el comportamiento sexual o en la promiscuidad, que se puede predecir por una puntuación alta en rasgos como la extraversión, el narcisismo y la psicopatía.

Puntuaciones bajas en afabilidad y responsabilidad, llevan aparejadas una alta extraversión, una mayor inestabilidad emocional y una mayor probabilidad de divorcio; pero todavía queda mucho campo en el que trabajar y nada se puede asegurar con precisión absoluta, más allá de pensar que la violencia de género sigue existiendo en todos los países y que es un virus que deberíamos erradicar.


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