Guerra y Paz

Jueves, 28 Marzo 2024 21:07

Estamos dentro de lo que se denomina, sobre todo por parte de la Iglesia católica, Semana Santa. Durante esta semana, las diferentes cofradías exhiben en procesión sus andas, sus ornamentos, sus galas y sus uniformes vistosos, se recuerda la muerte y la resurrección de Jesús y se dice que ofreció su vida por la salvación de todos nosotros. Hacemos actos de contrición y prometemos una bondad que después se nos escapa de las manos a la primera de cambio. Sin embargo, muchos se preguntan: ¿De qué nos tiene que salvar Jesús?, y si es del pecado ¿de qué pecado? Dicen los ortodoxos del cristianismo que Jesús murió por nuestros pecados, pero ¿quién de nosotros había nacido cuando supuestamente murió en la cruz?

Mientras tanto, en Gaza y en Ucrania, por poner solo dos ejemplos que todos tenemos en mente, se sigue matando a niños inocentes y a gente indefensa, cuyo único ‘pecado’ es estar en medio del conflicto que han creado unos jerarcas, que se parapetan detrás de una determinada ideología, lo que les permite, a su juicio, proseguir con la contienda bélica. Y se sigue matando en nombre de una paz que ni llega ni se espera, al menos a corto plazo. ¿Dónde está la conciencia de esos que fomentan la guerra y matan a inocentes? ¿Ellos también creen que Jesús ha muerto por sus pecados? Porque, precisamente, tanto Vladímir Putin como Benjamín Netanyahu no pueden ser más religiosos, y sospecho que este tipo de gente son los que más se confiesan para obtener el perdón y la tranquilidad de espíritu que no tienen los no religiosos cuando hacen algo incorrecto, lo que les lleva (a estos últimos) a actuar habitualmente con justicia y legalidad. Sin embargo, ya sabemos lo que pasa: el que mata a una persona, o a dos o a tres, o forma parte de una célula y comete un atentado en Moscú, es un asesino, mientras que el que dirige una guerra desde su atalaya segura y mata a más de cien mil es un héroe. ¿Es eso lo que pretenden Putin o Netanyahu? ¿Quieren pasar a la historia como salvadores de su país? ¿O pasarán como unos criminales de guerra?

Y mientras esto ocurre en aquellas tierras, aquí nosotros seguimos creyendo firmemente en alguien que ha muerto por nuestra salvación, y cuya existencia nadie ha sido nunca capaz de demostrar. No sé si eso será muy lógico, pero, desde luego, no parece muy racional, porque nada racional hay en todas esas historias bíblicas con las que desde que éramos pequeños nos han adoctrinado.

¿Con qué nos quedamos entonces? ¿Cuál puede ser el punto de vista de todos aquellos que, por encima de todo, creemos en la ciencia y en la razón, pero no desconfiamos de algo solo por venir de determinadas personas, entidades, instituciones u organismos con los que no comulgamos demasiado?

La Iglesia, cualquier Iglesia (o cualquier religión), siempre ha creído en lo sobrenatural, en la magia, en los milagros y en lo irracional, y ha dicho que la fe mueve montañas, pero sin pararse a cuestionar determinadas cosas que, por inverosímiles, no parecen demasiado creíbles.

Los ministros de Dios siempre han alardeado de que la bondad y el amor deben estar por encima de cualquier situación; pero las cruzadas fueron un asesinato masivo al infiel musulmán, como el yihadismo es un terrorismo contra los infieles cristianos u occidentales en nombre de una pretendida yihad, a la cual sus seguidores llaman «guerra santa» en el nombre de Alá. ¿Dónde estaba el amor de las cruzadas o dónde está el de la guerra santa?

La Inquisición también fue una caza de brujas indiscriminada y un atentado cruel contra todos los herejes, por el simple hecho de no aceptar determinados dogmas impuestos por el cristianismo, ¿era eso bondad? ¿Lo fue la colonización española y portuguesa en América del sur, la belga en el Congo o la inglesa en la India y Australia? ¿Murió Jesús por todos esos miserables?

Siempre ha habido guerras, y mientras sigamos siendo igual de ambiciosos y la codicia sea algo que anide en nuestras células, no habrá paz, por mucho que durante esta Semana Santa, o en Navidad, o en determinadas circunstancias y fechas queramos aparentar, o revestirnos, de una bondad que no tenemos. Eso es en lo único que deberíamos pensar en estas fechas. Eso y en el dolor que, por encima de esas grandes guerras que en la actualidad existen, somos capaces de infligir nosotros, los ciudadanos de a pie, que no tenemos ningún poder ‘sobrenatural’ ni político, a los que tenemos más cerca.

Sin embargo, a pesar de todo, y a pesar de lo indicado en el párrafo anterior, que se asemeja a una de las teorías de Darwin, sigo creyendo en la bondad de las personas.


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