Triunfó el AMOR

Viernes, 06 Abril 2018 13:44

Acabamos de terminar las celebraciones de Semana Santa y con ella el fin también de la Cuaresma. Ya pasaron los momentos de preparación para la gran fiesta de la Pascua. La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo se nos ha invitado a que hagamos un esfuerzo para ser mejores, recuperando el estilo de vida de verdaderos creyentes, como buenos hijos de Dios.

En Cuaresma, además de orar y escuchar la palabra de Dios, se nos recuerda la necesidad de vivir una serie de actitudes cristianas basadas en el amor, compartiendo con el prójimo, ayudándole en sus necesidades y haciendo obras buenas. Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos.

En numerosos momentos de su Vida pública, Jesús nos manifestó su gran amor, y quiso que siguiésemos su ejemplo con un último Mandamiento: que “nos amásemos unos a otros como Él nos había amado”; sin embargo el resultado fue tener que morir en la Cruz vilipendiado, ultrajado, despreciado y tratado como el peor de los delincuentes. Y a pesar de todo, Jesús, antes de morir, tuvo palabras de perdón para quienes le habían torturado y llevado a la muerte en la Cruz. También se compadeció de Dimas, el buen ladrón, asegurándole su estancia en el Paraíso. Y al gesto sublime de amor, de morir por toda la humanidad, tuvo otro no menos importante al darnos como Madre a la suya.

Por eso ahora, cuando repasemos los emocionantes momentos vividos en Semana Santa, no nos debemos quedar con las escalofriantes escenas de la Pasión y Muerte de Jesucristo, porque nada tendría sentido si todo terminase ahí.

Jesús murió, sí, pero Resucitó al tercer día, como había predicho: “Destruid este templo y yo lo edificaré en tres días”.

La gran enseñanza que nos debe quedar es que todos los ultrajes, todo el rencor, todos los insultos fueron sustituidos por un gran ejemplo de amor: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, más tenga vida Eterna”. Como dice el Papa Francisco, “Si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, (…) llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio”.

Alegrémonos y celebremos con gozo esta Pascua de Resurrección. ¡Jesús Vive!


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