Estamos viviendo la Semana Santa, que este año se encuentra inmersa en el Año de la Misericordia, declarado por Su Santidad el Papa Francisco. Por eso es necesario recordar que precisamente en estos días estamos reviviendo la acción más significativa de la infinita misericordia de Dios, manifestada en su Hijo Jesucristo, muerto en la Cruz para la salvación de todos nosotros.
Cuando este año veamos el rostro de Jesús Nazareno procesionando por nuestras calles, debemos ver algo más que una emotiva escultura, o una impresionante imagen. Tenemos que comprender que estamos ante la representación del súmmum de la misericordia del Padre, que nos transmite su esperanza, su amor y su perdón para con todos. Amor que Jesús quiso manifestar a toda la Humanidad en la tarde de Jueves Santo –Día del Amor Fraterno- cuando instituyó el sacramento de la Eucaristía, con el mandato a los apóstoles de que repitiesen este hermoso acto en memoria Suya. Acto que en las parroquias se celebra diariamente y que recordamos en la Misa de la Cena del Señor en la tarde del jueves Santo.
También podemos ver un acto de infinita Misericordia en el sí de la Virgen María al arcángel San Gabriel en el momento de la Anunciación: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Ella sabía el tremendo drama que se le avecinaba, empezando por el compromiso a que sometía a su prometido José, con el que aún ni tenía relaciones maritales; pero accedió en un gran acto de misericordia, que nos llega directamente también a nosotros cuando, en la Cruz, Jesús, su Hijo Divino, Rey de Reyes, nos la ofrece como Madre también nuestra. La Virgen Dolorosa es, por tanto Reina y Madre de Misericordia, a la que con esta salutación invocamos en el rezo de la Salve.
El martes por la noche iniciamos las procesiones en El Puerto, con la del Silencio, y un año más pudimos comprobar cómo tanto los cofrades y hermanos, como el numeroso público que presenciaba el paso de Cristo Crucificado, lo hacían demostrando un profundo sentimiento de amor a quien con su ejemplo nos enseñó un camino de vida.
Jesús muere por nosotros en acto de infinito amor y así lo veremos en su sepulcro en la procesión del Santo Entierro en la tarde del viernes, pero su misericordia no acaba en la muerte. Jesús resucitará en la noche del sábado, madrugada del domingo y con su resurrección abre las puertas del Cielo a todos los que confían en su palabra. Ese es el momento cumbre de la Semana Santa, que reviviremos también en la Vigilia Pascual del próximo día 26. A todos ¡Feliz Pascua de Resurrección!
