La Iglesia Católica

Viernes, 08 Marzo 2024 21:06

Nada hay que dure eternamente, es algo inevitable, y en el caso de la Iglesia católica no hay excepción, pero no solo por el hecho de que nada es eterno, sino porque la Iglesia ya no puede durante mucho tiempo más sostener su «programa».

En un mundo en el que la libertad de conciencia, de expresión, de investigación o de información, son de derecho común, la Iglesia ya no puede esconder su historia escandalosa, no solo por cómo se formó, ni por todo lo que ha arrastrado a lo largo de los siglos, en la que los asesinatos, las corruptelas y las guerras, han sido la moneda de cambio, sino por sus postulados totalmente irracionales.

La democracia es el principal enemigo de las religiones porque permite la libertad de investigación e impide que la dictadura eclesiástica —que existía antaño— pueda censurar aquellos estudios y aquellas investigaciones que desmantelan a dicha institución.

La Iglesia ya no puede esconder su vergonzosa historia. Una historia —es necesario repetirlo— llena de mentiras, manipulaciones y engaños; de torturas, persecuciones, guerras, corrupción e hipocresía, y en la que los propios jerarcas dudan —incluso niegan— todo aquello que predican.

La filosofía y la ciencia son los únicos métodos epistemológicos para encontrar la verdad, que sustituyen al adoctrinamiento, a la irracionalidad y a la falta de libertad, porque el engaño solo puede tener lugar en un mundo dictatorial e inquisidor, o en un mundo en el que domine la incultura y el analfabetismo.

Los datos del retroceso del cristianismo son abrumadores: En España, la Iglesia católica ha perdido 2.387 sacerdotes en este año pasado, el 12,3% del total que tenía en 2012, y 2.160 monjas de clausura, el 19,8% de ellas, pero, incomprensiblemente, ha aumentado el número de parroquias mientras que se han eliminado más de cien monasterios. Según los datos de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el número de sacerdotes en España en 2019 era de 16.960, que tenían que atender a 22.993 parroquias, mientras que en 2012 eran 19.337 curas para 22.795 parroquias. Es decir, se están invirtiendo los términos.

En el año 2012 había en España 860 monasterios católicos. En la actualidad hay 751, 109 menos, una pérdida del 12,6%, la mayor parte de las veces por jubilación o fallecimiento de estos religiosos. El número de monjas de clausura ha pasado de 10.889 en 2012 a las 8.739 actuales, un descenso del 19,8%, el más acusado en todo el ámbito religioso católico. Según los datos que figuran en la comisión episcopal del Clero y Seminarios de la CEE, en el curso 2021-2022 había en España 1.028 seminaristas en seminarios mayores, cuando hace cuatro años, durante el curso 2018-2019 había 1.203. Uno de los mayores problemas con los que se enfrenta actualmente la Iglesia católica en Europa es precisamente la pérdida de vocaciones religiosas. Ese es el motivo por el que un mayoría de los obispos dedicaron su carta dominical del pasado 20 de marzo de 2023 para hablar del Día del Seminario, que llevaba por lema «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino», en la que invitaban a reflexionar sobre la importancia y necesidad de disponer de sacerdotes.

Sin embargo, los ciudadanos de a pie, sobre todo los que ya tenemos una cierta edad y hemos tenido que soportar durante nuestra infancia y juventud la represión a la que se nos sometía por parte de los curas, hemos de tener la conciencia tranquila al alejarnos de la religión, porque no es importante, ni la religión ni los sacerdotes para que cualquier persona tenga una ética digna, acorde a las necesidades de la sociedad actual. Es necesario valorar y rescatar la libertad, la autarquía, el compromiso social, la empatía con todos los desfavorecidos y la solidaridad con los que atraviesan una vida más precaria, pero para eso no es necesario ni la religión ni los religiosos.


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