Nubarrones

Viernes, 15 Mayo 2020 19:09

Leía en la prensa de ayer que «Francia se propone repatriar toda la producción de PSA y de Renault», y que «Nissan cerrará la planta de Barcelona, según Nikkei». Estas noticias, publicadas por dos medios nacionales como El País y El Economista, dan en qué pensar. Dice el Gobierno francés que el retorno de la producción a suelo galo debe ser la contraprestación de la industria del automóvil a las ayudas públicas que conceda el Gobierno de la República Francesa para que los fabricantes puedan superar la actual situación de crisis. Si esto se llega a materializar, está claro que terminarán echando el cierre las fábricas que tienen en España, Renault, Peugeot y Citroën. Parece que la frase preferida de Trump, «America first», se termina extendiendo por las economías europeas.

Estas noticias no son nada positivas para el futuro industrial de Sagunto, puesto que, como he dicho muchas veces, pasamos del monocultivo siderúrgico al del sector del automóvil. Fueron tan listos los que en aquel momento tomaron las decisiones, que volvieron a poner todos los huevos en la misma cesta. Es verdad que después de la desoladora situación que se produjo por el desmantelamiento de la cabecera siderúrgica y la pérdida de miles de puestos de trabajo, allá por la década de los 80 del siglo pasado, había que buscar nuevos yacimientos de empleo y, en esa línea, se hizo lo que se pudo, pero ahora, seguramente, volveremos a pasar por momentos complicados si se produce la ‘repatriación’ de estas industrias a las que suministran materiales las principales empresas de la comarca: ArcelorMittal Sagunto, Galmed, Pilkington Automotiv y AGC Flat Glass Ibérica, que, en su conjunto, generan más de 2.000 empleos directos, a los que hay que añadir los inducidos. Recordar aquí que Bosal, la planta de tubos de escape, ya desapareció del escenario local.

El ERTE promovido por ArcelorMittal, desde el 8 de mayo y hasta el 31 de diciembre, donde los trabajadores pierden alrededor de un 40 por ciento de la masa salarial bruta, apunta un cambio de signo y marca una nueva tendencia en las relaciones laborales, que, probablemente, terminará extendiéndose al resto de las industrias. Es el neoliberalismo descarnado que ya se aplica en otras latitudes. Estas medidas, sin ser el acabose, afectarán a la economía local, puesto que, si no hay ingresos, no hay consumo y eso se notará en el corto plazo. Por otro lado, tampoco ayuda la incertidumbre que planea sobre el sector del automóvil, no solo porque las empresas puedan regresar a sus países de origen, sino por la propia transición ecológica que se implantará. En definitiva, que a cuenta del coronavirus nos viene otro lío gordo, cuando todavía quedan secuelas de la anterior crisis, la de 2008.


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