Toros sí, patos no

Viernes, 24 Julio 2015 13:58

Ya les adelanto que estas fiestas, las de 2015, lo más seguro es que no habrá patos. El alcalde dice que él no tiene nada en contra de la suelta de estas aves en las cucañas marítimas, pero que es una cuestión legal. Es decir, si se sueltan los ánades, la primera autoridad local podría incurrir en una prevaricación y, en ese caso, alguien lo podría emplumar, nunca mejor dicho, por vía penal. O sea que, como digo, este año no habrá patos. No porque el señor Fernández no quiera, que quede muy claro, sino porque no es legal. Con esto pasa como con los plenos, que no se hacen en el centro cívico del antiguo sanatorio de AHM porque tampoco es legal. Lo que me parece todo esto es una sinvergüencería y un ejercicio excelso de hipocresía, porque echar unos patos al agua no es legal, pero los toros sí, y como son legales, vamos a tener festejos taurinos hasta en la sopa. Aquí no se incurre en prevaricación. Como es legal, es legal, ¿verdad? Cuanto puritanismo hipócrita.

Todo esto no tiene nada que ver con la defensa y la protección de los animales, claro que no. Como los toros son una tradición muy extendida en todos los pueblos de la Comunidad Valenciana, nadie se atreve a meterle mano, porque esa gente que disfruta con los festejos taurinos, aunque son una minoría respecto del total de la población, también vota, y ya se sabe que un voto es un voto. Lo de los patos se circunscribe a un punto concreto, aislado, con lo cual, es mucho más fácil conseguir su prohibición. Y, de esta manera, alguien se puede apuntar una victoria en su lucha por la defensa de los derechos de los animales. Menudo cuento chino.

Aprovechando que la suelta de patos no es legal, no se podría encontrar una excusa mejor para borrar de un plumazo tan arraigada tradición en las fiestas locales del núcleo porteño, algo que, se quiera o no, forma parte de sus señas de identidad. El núcleo porteño, ciertamente, es como la aldea gala: tiene sus tradiciones propias; su población, por más que se intenta, no es valenciano parlante; una buena parte de sus habitantes no ha renunciado a que El Puerto se convierta en municipio independiente, etc., por eso se habla de la necesidad imperiosa de cohesionar la ciudad, de acabar con los símbolos que los diferencian, es decir, de implantar la uniformidad, pero este, efectivamente, es otro debate, y mi idea era poner de relieve el puritanismo hipócrita que impera, cuando se impide la suelta de patos y se saca rentabilidad político electoral al maltrato de los toros.


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