Seis años

Viernes, 05 Junio 2020 19:10

El tiempo transcurre muy rápido y, en ocasiones, se suele perder la noción de cuándo ocurrieron las cosas. En la pasada edición hablaba de los once años que han pasado ya desde que se quiso promover la construcción del inacabado pabellón polideportivo del SUNP-6, el que está en un estado lamentable frente al cementerio de Puerto Sagunto. Algo parecido sucede con la Plaza de la Concordia, ubicada en el mismo paseo marítimo.

Seguramente, por eso de que el tiempo pasa volando, muchos ciudadanos no se acordarán de que fue en el mes de junio de 2014, bajo el Gobierno del PP y siendo alcalde Sergio Muniesa, cuando se emitió un informe desde el departamento de Mantenimiento, comunicando que se habían detectado deficiencias en la estructura de la pérgola de la plaza de la Concordia. Como medida cautelar, antes del inicio del período estival, se procedió al vallado del recinto para evitar el acceso al mismo. Con el nuevo Gobierno consistorial, de corte progresista, el presidido por el nacionalista Francesc Fernández, se procedió a derribar la pérgola a finales de 2015 y, a partir de aquí, nada nuevo bajo el sol.

El que fue concejal de Urbanismo durante el mandado 2015-2019, Pablo Abelleira, anuncio reiteradas veces, a lo largo de la legislatura, el inicio de las obras de remodelación de la plaza, pero cuando no era por un pito, era por una flauta. Así llegamos hasta las elecciones de 2019, que nos trajeron un nuevo equipo municipal, también progresista, el presidido por el socialista Darío Moreno. Pero transcurrido el primer año de Gobierno de este nuevo equipo gestor, los porteños afrontan un verano más sin la remodelación de la Plaza de la Concordia, que a determinadas horas del día es totalmente inhóspita ante la falta de sombras y un sol abrasador.

Ya sé que, desde mediados de marzo, estamos con el coronavirus y que todo esto está influyendo en el día a día municipal. El equipo de Gobierno tiene sus fisuras, los funcionarios están con el teletrabajo y el engranaje consistorial ha perdido la inercia. Además, como consecuencia de la emergencia sanitaria, los asuntos mundanos han quedado en un segundo plano. Primero la salud, desde luego, pero la vida sigue y, afortunadamente, nos encontramos ya en la recta final de la desescalada que nos devuelve a la nueva normalidad.

Aunque no es una cuestión religiosa, tengo bastante fe en el nuevo alcalde del municipio, Darío Moreno, probablemente porque tendría que esforzarse mucho para alcanzar el grado de ineficacia al que se llegó en la pasada legislatura, donde, eso sí, aquellos asuntos que eran prioritarios para los nacionalistas de Compromís se iniciaron en el pasado mandato o se dejaron bien encarrilados. Suerte, alcalde.


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