Feliz Año Nuevo

Viernes, 10 Enero 2020 19:32

¡Ya tenemos gobierno! Por fin se han resuelto, al menos momentáneamente, algunos de los dilemas que prácticamente tenían sumido a este país al borde de la depresión colectiva. Tenemos gobierno ¿y ahora qué? ¿Va a cumplir el PSOE los acuerdos programáticos con Unidas Podemos? ¿Se van a hacer de izquierdas de la noche a la mañana? Pero no nos adelantemos. Dejemos que ellos mismos decidan lo que van a hacer. De momento disfrutemos de la alegría que supone para muchos españoles el haber vivido el histórico hito de ver a un partido de izquierda en el gobierno, aunque solo sea en un papel secundario, algo que no ocurría desde abril de 1939, ¡ochenta años!

Disfrutemos el momento. Luego, no cabe duda, vendrán las penas, esto es así, pero hoy disfrutemos el momento. A mí particularmente me ha regocijado bastante contemplar a Abascal, Casado, Arrimadas, pero especialmente al diputado de UPN, García Adanero, destilar veneno por la comisura de los labios ante la evidencia de que el gobierno de España, por un tiempo, solo por un tiempo, se alejaba de ellos. La verdad es que se les veía que lo estaban pasando muy mal. Quizás se deba a que les falta costumbre de no estar al mando, no quiero llegar a pensar que eso les pasa por no ser demócratas, precisamente ellos que presumen frente a los catalanistas de constitucionalismo. Digo yo que no será por eso.

Lo que me ha emocionado, y mucho, ha sido ver a Pablo Iglesias llorando a moco tendido rodeado de los suyos después de la sesión. Y creo saber por qué: este hombre estos últimos años ha debido pasárselo muy mal viviendo las deserciones en sus propias filas de personas notables, significativas, que los medios convertían en más notables y significativas de lo que eran para, deliberadamente, hacer daño al propio Iglesias; ha tenido que luchar, junto con Garzón y otros, para que su propio partido no siguiese las tesis ni asumiese las renuncias que la prensa les indicaba que debían hacer. Ha debido ser muy duro y habrán debido también sentirse, a veces, muy solos y mal acompañados.

Felizmente el tiempo y su propia perseverancia les ha dado la razón y han conseguido torcerle el brazo a Sánchez y a su Pepito Grillo, Iván Redondo. Lo que sí es de temer es que, a partir de ahora, ni Sánchez ni Iglesias podrán dormir tranquilos ni una sola noche, pero ahora por razones reales: las tres derechas reconocidas y los partidos nacionalistas, las derechas disimuladas, no van a parar de incordiar a un gobierno que puede ser muy fuerte en sus convicciones y empeño, pero muy débil en el Parlamento. El tiempo dirá.


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