Un falso dilema

Viernes, 26 Octubre 2018 16:30

Prácticamente todos los columnistas y tertulianos del país están eufóricos por haber encontrado la forma de meter el dedo en el ojo a Pedro Sánchez por el ”protagonismo” de Iglesias yendo a visitar a los presos catalanes o realizar una posible entrevista con Puigdemont. Justamente es eso lo que en política se llama buen hacer y que en este caso consiste en trabajar para arreglar problemas y desaguisados ajenos.

Ocurre que la primera misión de un parlamentario es parlamentar. Les pagamos por ello. Un político que se precie ha de saber que su trabajo consiste en negociar, convencer y solucionar problemas de todo tipo, entre ellos los de convivencia. Recordemos que Unidos Podemos y sus confluencias nunca han negado el derecho de autodeterminación a nadie, son los que no se han opuesto a ningún tipo de referéndums, los que, entre tantas tensiones y encontronazos siguen trabajando por que la cordura vuelva a la política, los que pagaron el pato electoral por ello en Cataluña cuando la cosa se tensó entre los intolerantes de ambos bandos, unos intentando una imposible declaración de independencia y otros secuestrando con el 151 la libertad de los catalanes, metiendo estúpidamente a algunos políticos en la cárcel por “delitos” increíbles e inventados, como por ejemplo el de sedición; todo ello para el oportuno beneficio electoral de Ciudadanos y PDeCAT.

Ahora, Pedro Sánchez, que es a quien corresponde tomar decisiones, tiene sobre la mesa, según la prensa, un problema “irresoluble”: sacar adelante los presupuestos con el imprescindible apoyo de los independentistas, y ello sin sacar de la cárcel a sus dirigentes.

Se trata de un falso dilema, porque parte del tramposo planteamiento de que Sánchez ha de elegir entre una cosa u otra. Muy falso. Pedro tiene ante sí una espléndida oportunidad: hacer las cosas bien. Esto significa que los políticos injustamente encarcelados deben salir, y así, de un plumazo quedarían solucionados ambos problemas, porque los políticos catalanistas no tendrían ninguna excusa ante sus electores para cargarse los presupuestos más sociales y decentes que se han presentado en este país en muchos años, y, de paso, desaparecerían de una vez los lazos amarillos.

Ya sé que hay muchos ingenuos que creen que no está en mano del gobierno liberar a los presos políticos, que eso es cosa de la ley, la separación de poderes, la independencia del Poder Judicial, bla, bla… Todo eso no son más que poesías.

Si los parlamentarios catalanes presionan al gobierno es porque ellos saben que un gobierno (Rajoy) los metió en la cárcel y otro gobierno (Sánchez) puede sacarlos. El verdadero dilema es: ¿Tendrá Pedro el suficiente valor político para hacerlo? ¿Será capaz de enfrentarse a la carcundia? Veremos.


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