El reloj

Viernes, 14 Septiembre 2018 11:38

A veces, para conocer la realidad de las cosas, deben saberse reconocer los signos evidentes de ella, los cuales suelen estar delante de nuestros ojos sin que sepamos verlos. Esto que digo vale tanto para aquellos dirigentes europeos que vivieron el ascenso del nazismo admirando los logros de Hitler como para la persona que tropieza con una farola porque gradualmente ha estado perdiendo vista pero aún no se ha percatado de ello.

Uno de los signos más elocuentes y representativos de la realidad actual que vivimos los ciudadanos de Sagunto es el reloj de sol (¡!) que tenemos en el Paseo Marítimo. Contaré, por si alguien no lo sabe que lleva varios años, no sé calcular pero pueden ser cuatro, que unos gamberros cortaron el cable de acero que indicaba la hora. Desde entonces no se sabe muy bien si indica las doce de la noche o si está nublado. Juzguen ustedes mismos qué puede simbolizar esto.

A mí me da que, al igual que el Horno Alto simboliza el pueblo que fue, este reloj es el símbolo del pueblo que es.

Porque si se reflexiona un poco, si nos hacemos mirar la vista, o simplemente nos damos una vuelta por el pueblo después de ponernos las gafas de ver, observaremos, me imagino que algunos hasta con asombro, que el Horno Alto, la Gerencia, la Nave de Talleres, el edificio del Economato, las antiguas Oficinas de Fábrica, el Pantalán, los terrenos de la Briqueta, el antiguo Almacén de efectos, etc, están tan desactivados como Felipe González los dejó hace tan solo 33 años.

Ya sé que los pobres de espíritu (esos que poseerán el Reino de los Cielos) exclamaran que no todo está tan mal, que si continúan los estudios actuales y si nadie interfiere, si además se encuentra a alguien que lo financie, el futuro Museo Industrial podría estar en marcha dentro de cinco o diecisiete años; que algún chalet de la Ciudad Prohibida podría emplearse para algo, no sin antes resolver el sistema de desagües de toda la urbanización; que podría ser peor, que debemos estar contentos porque hasta ahora se ha podido evitar que pase con ellos como pasó con la antigua Escuela de Aprendices y con las antiguas Oficinas de Menera, que no hubo más remedio que derribarlas porque impedían disponer de una hermosa charca.

Sí. El Reloj del Paseo Marítimo marca perfectamente la hora de este pueblo, que ha pasado de ser la Ciudad sin Ley que estaba en boca de nuestros más “amistosos” vecinos comarcales a ser la Ciudad Olvidada.

Yo no sé, querido y sufrido lector, tú cómo lo llevas. Yo te puedo asegurar que cada vez que veo el reloj me hierve la sangre.


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