Querido Fernan, amparándome en el título de “Volver a Empezar” de esta sección de El Económico en la que suelo escribir, quiero hoy evocar tiempos pasados referidos a tu persona. Desde que naciste, igual que tu hermano Sergio, la mamá y yo hemos tenido infinidad de momentos alegres, de acontecimientos que nos han colmado de felicidad, tanto en acontecimientos familiares como con vuestras titulaciones universitarias, los nietos que nos habéis dado, etc...
Aunque siempre, claro está, con la zozobra de saber que erais jóvenes con alas potentes que izaban vuestro magnífico corazón hasta conseguir la libertad sin miedo de las mismas águilas, porque, como todos, queríais volar meciéndoos a vuestro aire por los rubios paisajes que a esa edad se sueñan.
Y eso, lógicamente, nos creaba miedo, temíamos que os rompierais porque sin lugar a dudas erais y seguís siendo nuestro verdadero hoy, aunque día a día apuntáis a ser nuestro mañana porque la mamá y yo vamos siendo ayer sin darnos cuenta. Temíamos que cayeseis con demasiada brusquedad al suelo de la verdad diaria, tan difícil de domar.
Pero los dos habéis superado la prueba con nota, salvando las escolleras que en vuestro barco habéis encontrado en el mar de vuestros deseos, Y hablando de notas voy a referirme a esa otra ilusión que hemos visto cumplida con creces con motivo de la lectura de tu Tesis Doctoral de Arquitectura: “Influencia de Elevadas Temperaturas en la Adherencia de Barras de Fibra de Carbono con el Hormigón”.
Desde siempre he admirado a quienes leía en el periódico que conseguían un sobresaliente “Cum Laude”, máxima calificación “con alabanza y honores”, para quienes como tú presentan y exponen una Tesis con brillantez y que ya intuimos cuando el Presidente del Tribunal comunicó que tenías sobresaliente por unanimidad, una calificación que no puede ser generalizada para todos los aspirantes a doctores, pues propiciaría la devaluación del título, aunque bien es cierto que la condición de doctor demuestra que se tiene plena aptitud investigadora y la tesis dice mucho de quien investiga, de quien la dirige y de la Universidad que la impulsa.
Pero viendo tu actitud de los últimos años y el gran apoyo que siempre has tenido en Nere, puedo afirmar que eso no es gratis, pues precisa esfuerzo, dedicación, laboriosidad, paciencia y reflexión. Y tú demostraste todo eso en una magnífica y didáctica exposición, digna del ansiado “Cum Laude”.
Has sabido emplear las alas de que hablaba al principio para elevarte hacia lo más alto, al estrellato. Pero por muy altos que sean tus vuelos, estamos seguros que tanto tú como nosotros vamos a retener en nuestras manos el invisible hilo de nuestro profundo amor. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
