Lo público

Viernes, 03 Febrero 2017 20:25

Las personas no podemos, ni debemos, vivir en un permanente cabreo, por ello esta mañana he regresado a casa después de la consulta de mi cardiólogo con un raro estado anímico provocado por la mezcla de mi decidida voluntad de no alterarme ni conformarme y de relativizar en la medida de lo posible los disgustos, buscando incluso si es posible el lado cómico que algunas situaciones pueden tener. Esta vez ha sido que el obsoleto aparato de electrocardiogramas no funcionaba
 
Normalmente suele ocurrir que, debido al deterioro al que una parva de chorizos han sometido al que fue el incipiente Estado de Bienestar, los servicios que corresponden y que tienes pagado con muchos años de cotizaciones, además de impuestos, te los niegan o te los cambian por sucedáneos. Esos chorizos son los mismos que han llevado a la Seguridad Social a la bancarrota.
 
Para mayor INRI, te enteras de que el beato Camps celebraba con relativa frecuencia comidas a cargo de la SS de hasta once mil euros. A mí se me cae la cara de vergüenza ajena cuando me entero de estas cosas.
 
Cuando a uno le dan de comer pura bazofia en un hospital, la Mini Fe por poner un ejemplo conocido, uno debe ser consciente de que la persona que reparte, o el cocinero, mucha responsabilidad no tienen en ello. De ser así se les caería el pelo. No. El problema proviene de que ese servicio hace ya algún tiempo que se privatizó.
 
Lo primero que ocurre en estos casos es que la plantilla se recorta y donde trabajaban siete ahora quedan cinco y donde se gastaba x ahora se gasta x-b si ponemos que b es el beneficio empresarial, por tanto el servicio se deteriora. Pero es que, además, los politi-caciques (lo han demostrado por activa y por pasiva) son insaciables y cada vez recortan más y más, hasta el punto que incluso llegan a hacerles la vida imposible a esos amiguetes empresarios a los que un día les concedieron el “chollo” de privatizar para ellos un servicio público. El resultado final es la máxima degradación de los servicios, lo cual, ¡Oh, ironía del destino! es justamente lo que ellos vienen predicando: lo privado funciona mejor que lo público. Será por eso que luego hay que rescatar bancos y autopistas.
 
Dicen no creer en lo público, pero no se dedican a construir y regentar hospitales privados invirtiendo su dinero. Se meten en política para deteriorar lo público y potenciar lo privado para luego cacarear que lo público no funciona “olvidando” que ellos mismos son los que lo hacen fracasar porque está dentro de su ideario. Más desfachatez y cinismo no cabe.

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