Argumentarios

Viernes, 10 Febrero 2017 16:23

Me caen bien los forenses. Generalmente pertenecen al tipo de personas que nos ayudan de un modo bastante cierto a situarnos frente a la verdad en muchas cuestiones importantes.
 
Desde que faltó Rita Barberá no andaba yo muy a gusto por la vida, porque el argumentario del PP se basó en que la prensa era culpable de su muerte por la tremenda presión que había recibido. Yo ya sé que esto es así, que el PP para casi todas las cuestiones que le afectan inventa argumentarios repetidos y repetibles hasta la saciedad por aquello de que una mentira repetida mil veces para ellos se convierte en una verdad, pero en esta ocasión parecía haber visos de verosimilitud en sus declaraciones, al fin y al cabo estaban cerca de ella y, aunque le habían retirado hasta el saludo, no en vano eran sus compinches y la conocían mejor que nadie. Yo no pertenezco a esa prensa que dicen que la mató, pero es cierto que más de una vez escribí en este modesto periódico de pueblo sobre esa persona y lo hice, he de reconocerlo, con mala leche pues nunca me pareció una persona respetable. El caso es que a raíz de la noticia de su muerte me quedó un mal sabor de boca, además de por la pequeña parte que me toca, también porque no me alegran las desgracias de nadie y porque en estos momentos Rita, viva, por primera vez en su vida empezaba, por obvias razones, a ser útil a la democracia.
 
Así que andaba yo algo confundido con el argumentario del PP sobre su muerte. Pensaba que esta vez sí que podría tener algún viso de realidad, no como la indigestión de Venezuela que nos propinaron cuando apareció Podemos, o la paliza sobre corrupción al pobre Errejón por hacer un trabajillo en Madrid sobre Andalucía (hay que ver lo que sabe esta gente de corrupción) o lo grave de que unos titiriteros hiciesen una obra de teatro en la que les enseñaban a los niños a admirar a ETA.
 
Empecé hablando de los forenses y es que me han devuelto la alegría de vivir. Resulta que acabamos de enterarnos de que, según ellos y sus científicos estudios, Rita falleció porque padecía de cirrosis hepática y esa noche sufrió un ataque al hígado a causa de haberse pedido para cenar una tortilla y un whisky. Ya era muy conocida su afición a los gin-tonics y demás. La llamada “prensa canalla” no conocía este dato. Esta “particularidad” solo la conocían los más cercanos a ella y bien que se lo callaron y utilizaron como en aquella leyenda en que ponían al Cid muerto sobre su caballo para hacerle ganar su última batalla.
 
Afortunadamente para eso están los forenses: para poner las cosas en su sitio.

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