Ya sé que no te gusta la corrupción que parece rodearnos por todos lados, que te parte el alma ver millones de seres humanos deambulando por el mundo sin techo ni comida; sé que no te fías de los políticos sinvergüenzas, o inútiles, o ambas cosas a la vez; que no crees que sin salir radicalmente de las dinámicas económicas y políticas al uso esto pueda cambiar. Ya sé que no confías en nada ni en nadie y que tienes motivos más que de sobras para ello.
Te voy a hacer una propuesta que no deberías despreciar. Se trata de producir en ti un efecto estimulante y de autosatisfacción: “olvídate” de las malas noticias, de las subidas del IBI o de los casos Imelsa, Gürtel, Púnicas, etc, no dejes que te coman la moral con toda esa mierda que aunque parezca mentira, al ser publicada, les es más útil a “ellos” que a ti, ya que tienen un enorme efecto desmotivador porque las leyes y el sistema político-legal están creados para tener un gran margen de impunidad que les permite, en el peor de los casos, salir pronto de una cárcel de guante blanco para recoger su botín en un paraíso fiscal.
Mi propuesta es que aprendas a dejar esos asuntos en segundo término. Que sí, que hay que estar informado y conocer bien el mundo en el que vives, pero que te pongas a ti en primer término y te hagas la pregunta ¿qué pinto yo en todo esto? La respuesta está clara: muy poco. Y llegado ahí no hay que confundirse. Muy poco no significa nada, la expresión “muy poco” nos da la real dimensión de nuestra incidencia en el mundo que nos rodea. Ahora viene la pregunta importante: ¿puedo colaborar en alguna medida para que las cosas cambien, para construir un mundo mejor en relación a mi pequeño tamaño? La respuesta es sí.
Todos tenemos la posibilidad de poner el granito de arena que sirva para hacer que algo cambie, quitar hierro a muchas situaciones, hacer pensar a los que nos manipulan que hay cosas que no toleramos, etc. Se trata de que cada cual, de acuerdo con su percepción y forma de pensar dedique al menos una pequeña parte de su tiempo y dinero a apoyar aquello que le parezca digno y honrado.
Hay multitud de cosas que se pueden hacer: dedicar una parte de tu tiempo libre a colaborar con Cruz Roja, el Comercio Justo, apadrinar a un niño, con Agró, en la Asociación de Vecinos de tu barrio, con la campaña del Banco de Alimentos local, etc. O bien, si no tienes tiempo libre, afiliarte y ayudar con una modesta cuota a cualquier ONG u organización de tu confianza, las hay de muchos tipos y colores.
Con eso quizás no cambiarás el mundo pero dormirás mejor. Seguro.
