No tengo por costumbre escuchar discursos, se trata normalmente de algo que me aburre y molesta ya que, generalmente, suelen estar enfocados a decir aquello que se sabe políticamente correcto y cuyo objetivo suele ser soltar el rollo para quedar bien. El ponente sabe que tiene un tiempo para ocupar y suele medirlo con bastante precisión. El oyente suele llevarse un libro de sudokus o algo similar. Naturalmente abundan las excepciones, pero generalmente es así.

 

Uno de estos días al pasar delante de la tele oí de pasada unas palabras que me dieron qué pensar, retrocedí para seguir escuchando: me hacía gracia lo que oía. Estaba Felipe I discurseando en la ONU, por supuesto en representación de España; tampoco sabía qué se cocía allí, como tampoco sé para qué sirve la ONU.. pero no me quiero desviar del motivo de mi columna: lo que me llamó la atención fue oír al Felipe decir que en España se luchaba contra la desigualdad pero que habría que profundizar más aún si cabe en esa lucha.

 

La frase me dejó atónito ¡en España se lucha contra la desigualdad! ¡qué extraordinaria noticia!

 

Parece que este chico no se entera. Sabría, publicado está, que el país más desigual de Europa es España ¡14 veces más desigual que Grecia! Que es aquí donde crece la desigualdad más que en ninguna otra parte gracias a las medidas del gobierno de Rajoy. Este hombre no conoce el informe Foessa y debería leerlo, que yo sé que tiene tiempo; debería conocer los informes de Cáritas, o los de la OCDE o, incluso –se lo voy a poner fácil y cómodo- podría salir a la calle y hablar con la gente…

 

Es una pena. Pero la frase me había hecho detener frente al televisor y claro, aunque no tengas intención ves y oyes, es como un imán, y, el Felipe que sigue leyendo y oigo que dice que España, “siempre inspirada por la voluntad de contribuir a amortiguar un drama humano de primera magnitud” se compromete a acoger a 16.000 refugiados sirios. Pero…. si los pobres llevan cinco años por el mundo oyendo que ibais a recoger 12.000 y todavía creo que no llegan ni a una cincuentena… ¡no te da vergüenza Felipe!

 

Al llegar ahí me fui cabreado. Me estuvo bien empleado por no ser consecuente y no mantener mis buenas costumbres. De todos modos, si digo la verdad, yo no me paré por la falsedad de la afirmación de que España lucha contra la desigualdad, ni por lo de los refugiados, eso vino después, lo que me paró en seco fue oír al único, al irrepetible, a la persona más desigual de este país afirmar con toda su cara que hay que luchar contra la desigualdad. ¿Se lo pueden creer?