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Viernes, 16 Septiembre 2016 16:33

Se acabó el “Sagunt a Escena” y como ya manifestaba en una anterior columna se confirma una excelente aunque desigual programación.
 
Especial mención para mí merecen algunas de las propuestas realizadas por nuestros diferentes artistas locales que han demostrado que vale la pena contar con ellos a la hora de programar buscando la excelencia. Es el caso de la Valencia Big Band que está dando más que suficientes muestras de calidad y brillantez por sí misma, siempre de la mano de Manolo Díaz “Carrís”, grupo que nos deleitó en el Teatro Romano con un excelente concierto en colaboración con el histórico maestro del saxo Pedro Iturralde.
 
Sorprendió gratamente el complejo montaje de Passió per Sagunt con la obra de Albert Forment Sónnica i Acteón, dirigidos por una mujer de teatro y conciudadana Amparo Vayá. Una obra coral con una adecuada puesta en escena aprovechando con bastante profesionalidad y acierto las posibilidades que ofrece el Teatro Romano y no solo su escenario. Tengo entendido que ante el éxito conseguido (no es nada fácil llenar el Teatro Romano tres días seguidos) en este su primer año se han animado a presentar para el año que viene un nuevo trabajo. Esperemos que la experiencia adquirida con esta puesta en escena haga que el próximo trabajo sea aún mejor.
 
Siguiendo con las actuaciones de nuestra gente quiero terminar comentando el espectáculo poético-musical “Con dos coplas de más” realizado por una formación que, por lo visto, ni siquiera se han puesto un nombre de guerra. Se trata de la ya bastante conocida y polifacética cantante Ester Lluch que, al menos para mí, en la copla ofrece uno de sus mejores registros. Se encargan de la música, se nota, un grupo de amigos, todos ellos excelentes músicos, que dan la impresión de estar ahí para disfrutar del placer de tocar juntos y a la vez contagiar al público su buen rollo. Entre canciones, coplas y boleros, trufados con poemas de amor a cargo de Rafa Garrido, consiguen un ambiente mágico, muy agradable, capaz de hacer pasar muy buen rato a un público compuesto por personas de diferentes edades.
 
La nota negativa es que la duración y el clima creado por esta actuación no es para ser realizada frente a las incómodas piedras de la zona exterior del Teatro Romano. En ese lugar, provisto de un innegable encanto, no pueden programarse actuaciones de más de cuarenta o cincuenta minutos porque la incomodidad de las piedras ya no hay quien las soporte. Este espectáculo merecía haber tenido un lugar dentro de la programación del Teatro Romano.
 
Y un último apunte. No es lógico programar Off Romá en el Centro Cívico, donde el público tiene muchos problemas de visión e incomodidad estando a cien metros del desaprovechado Auditorio del Triángulo Umbral. Sencillamente: no lo comprendo.

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