Días pasados un juez de la Audiencia Nacional, cumpliendo con su obligación al igual que ya hizo la Fiscalía, ha tirado a la papelera la falsa denuncia interpuesta por un supuesto partido que se hace llamar con el bonito y modesto nombre de “Unión Cívica Española. Partido por la Reconciliación y Progreso” (UCESP) contra Pablo Iglesias conocida como “el informe Pisa”. PISA es un burdo acrónimo que pretende significar Pablo Iglesias Sociedad Anónima.
La denuncia, como ha quedado demostrado, consistía en un puñado de recortes de prensa en la que se hablaba mal de Iglesias y unos supuestos documentos en los que se quería hacer ver que Iglesias había cobrado de un inexistente Ministerio de Finanzas de Venezuela 272.325 dólares a través de un banco denominado Euro Pacific Bank. El Banco ha desmentido esa “información” y reconocido que nunca ha tenido un cliente con ese nombre ni emitido documentos como los presentados.
La cosa no ha tenido mucho recorrido… o sí. Porque dicha noticia ha estado en las ondas y en la prensa toda la campaña electoral ¡toda la campaña electoral! haciendo el daño para la que estaba creada y cumpliendo su labor de dar argumentos falsos: “¿veis como todos los políticos son iguales”.
El impresentable Inda hizo suya la noticia (quizás era suya realmente) y la pulió y transformó en su panfleto llamado OKDIARIO. Parece ser que se sabía desde el principio que ese partido tan preocupado por la “Reconciliación y el Progreso” y esas noticias y falsas pruebas estaban confeccionadas por un grupo de policías corruptos (nada que ver con el ministro Fernández Díaz) que no han firmado ni han dado la cara para hacer dicha denuncia. Hasta aquí la noticia.
Parece obvio recordar a Goebbels o aquello de “calumnia que algo queda”, pero yo me quiero centrar en la impunidad que asiste en este país a personajes como los mencionados policías o para “periodistas” como Alfonso Rojo, Eduardo Inda y muchos otros que se pasean a diario por los platós esparciendo basura. Está claro que tienen patente de corso y no les asusta tener que pagar indemnizaciones ni perder sus puestos de trabajo por indecentes. Nada les intimida ni asusta, deben gozar mucho del morbo de poder calumniar y mentir con la seguridad de que nada negativo les puede ocurrir, hagan lo que hagan y digan lo que digan, ser irresponsables, como el Rey, como el Papa. Una maravilla.
Es una de las principales razones por las que me gustaría vivir esos cambios tan necesarios para la salud de esta sociedad, que a estos irresponsables se les acaben las prebendas y que la justicia les siente la mano de una maldita vez.
Así sea.
