Votando en conciencia

Viernes, 18 Diciembre 2015 16:11

Ya estamos a las puertas del día en que se va a decidir quiénes van a gobernar en los próximos cuatro años. Hemos podido ver y escuchar distintos debates entre representantes de los distintos partidos que optan al poder y ahora nos toca a nosotros decidir, pensándolo muy bien y valorando los pros y los contras de cada grupo político. Es decir, por lo menos en mi caso: votando en conciencia, teniendo en cuenta que  el resultado de estas elecciones va a influir en muchas cosas que tienen implicaciones morales muy importantes.

A mí, como católico  -por ejemplo- me preocupa la seguridad y defensa de la vida, el tratamiento del matrimonio y de la familia, la educación moral de la juventud, la tranquilidad y estabilidad de la convivencia. Con estas reflexiones valoro las consecuencias morales de mi voto para poder actuar responsablemente, sin que nadie pueda deducir que con ello me aparto de las leyes democráticas. Sé que es difícil encontrar un partido que satisfaga las exigencias morales de mi conciencia, en cuyo caso, la plena responsabilidad me induce a votar aquella alternativa que me parezca menos contraria a la ley natural, más apta para proteger los derechos de la persona y de la familia, más adecuada para favorecer la estabilidad social y la convivencia, y mejor dispuesta para respetar la ley moral; es decir prefiero anteponer los criterios morales a las cuestiones y preferencias opinables y contingentes de orden estrictamente político.

Estoy de acuerdo en el respeto a la laicidad, pero teniendo en cuenta que ésta garantiza un espacio de neutralidad en el que germina el principio de libertad religiosa y de libertad de conciencia. Y por eso espero dar mi voto a los gobernantes que respeten los derechos de manifestación religiosa de los católicos, que no caigan –por ejemplo- en la horterada de llamar Solsticio de Invierno a la Navidad, de quitar los crucifijos e imágenes religiosas de los tanatorios o privar a los pequeños y mayores de poder disfrutar de los clásicos belenes que tradicionalmente se vienen colocando en las calles y plazas de nuestras poblaciones. Hay millones de católicos que esperan la llegada del Niño Dios y la adoración de los Reyes Magos (espero que no haya lugar en que se sustituya la cabalgata, por ejemplo, por el “Ded Moroz” -el abuelo Frío- de las navidades rusas del siglo XX.

De cualquier forma,  el Niño Jesús donde quiere nacer es en nuestros corazones y ese portal somos nosotros los que debemos tener siempre abierto y dispuesto a cobijarle para disfrutar de su gran Amor y hacerlo extensible a los demás.

Con ese espíritu a todos deseo Feliz Navidad.


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