Las tres cosas

Viernes, 28 Septiembre 2018 12:40

El ahorro de recursos naturales para que las generaciones venideras puedan servirse de ellos, comportaría grandes ventajas ecológicas para la lucha contra el cambio climático. Defendía en la columna anterior porqué había que multiplicar por 14 el precio de los carburantes. Me detendré, someramente, en las ventajas productivas y sociales que se derivarían de estas medidas y lo haré con un solo ejemplo ilustrativo: Los langostinos escoceses se están llevando a Tailandia donde son pelados y limpiados a mano en una factoría perteneciente a Findus, después se hacen regresar a Escocia donde son cocidos, y luego se venden en los almacenes Marks y Spencer. Esta necedad o estupidez es posible porque los carburantes los estamos subvencionando al pagar entre todos, incluidos los trabajadores escoceses y tailandeses, el coste ecológico que comporta. Para algunos esto seguirá siendo un sustancioso negocio mientras seamos los ciudadanos los que sufraguemos los gastos ecológicos que se derivan del despilfarro de combustibles fósiles.

Una alimentación económica en energía sería más local, más de acuerdo con las temporadas naturales y más vegetariana. Los trabajadores del langostino escoceses no verían afectadas sus labores tradicionales y los de Tailandia se darían cuenta de que sus actuales hambrunas son consecuencia de haber abandonado, sin reflexionar adecuadamente, sus labores tradicionales y haber plantado de palma todo su país, para que las industrias alimentarias del primer mundo dispongan de aceites baratos, encontrando solo unos pocos trabajo en la limpieza de langostinos escoceses. Es claro que se hace absolutamente necesario y urgente un cambio de paradigma. Es imprescindible situar frente a la productividad y el crecimiento sin medida y sin trabas, un decrecimiento estudiado y calculado para no fallar en la satisfacción de todas las necesidades reales humanas a nivel planetario.

Los cambios no serían especialmente complicados: las leyes del Mercado y la Banca no se verían afectadas básicamente, la Bolsa intervendría lo mismo en sus valoraciones. No hace falta ningún cataclismo social para realizar cambios tan básicos. Solo bastaría, para hacerlos posible, que las leyes las hiciesen quienes están habilitados teóricamente para hacerlas: los políticos. Que los que nos gobiernen sean decentes, preparados, valientes en sus decisiones; que se enfrenten a los poderes económicos y se impliquen en la defensa de la viabilidad y futuro de la vida humana en este planeta, con resolución.

La batalla contra el cambio climático habrá que darla con la misma resolución con la que un país enfrenta una guerra. Rooselvelt hizo que en muy poco tiempo la industria automovilística USA fabricase tanques. Serán necesarios cambios y sacrificios similares si queremos ganar dicha guerra. No hacerlo pronto, cuando aún estamos a tiempo será, ES, tan estéril y estúpido como adoptar la estrategia del avestruz.


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Modificado por última vez en Viernes, 28 Septiembre 2018 12:39

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