La siesta

Jueves, 09 Agosto 2018 17:09

Uno de los objetivos del Sistema Económico Vigente es el de crear necesidades que el mismo Sistema trata de satisfacer. Para ello, en primer lugar, se produce aquello que nos van a vender como necesario para cubrir una necesidad creada previamente por el marketing. A continuación, también de convincente modo, nos van a vender los productos correspondientes para la reparación de los daños y/o perjuicios producidos por el producto inicial y, si es considerado necesario, también de consolación.

La receta del Decrecimiento es hacer mejor aquello que es necesario, pero con menos. Se trata de poner el énfasis en conceptos como eficacia, desempeño, excelencia, rentabilidad, reducción de costes, flexibilidad (no aquella de la que habla la CEOE) rentabilidad de la inversión (no la que predica la Banca)  El Decrecimiento está en las antípodas del consumismo. Se trata de aprovechar mejor los recursos naturales, aquellos que sabemos limitados, pero con el objetivo de implantar una economía global más justa, ecológica, satisfactoria y equilibrada.

Desacelerar, reciclar, reducir, evitar caer en las trampas del comercio, es imprescindible para el correcto funcionamiento de la economía global. Acabar con La Economía del Matalat: fer i desfer, es vital para el equilibrio psicológico, ecológico y económico de los humanos. En un mundo trastornado por el vértigo, las prisas, el usar y tirar y la competitividad no hay que perder de vista la necesidad de aplicar la desaceleración en tantas y tantas cosas que se nos han ido de madre.

Una vieja y buena costumbre española como es la siesta, muy celebrada por muchos extranjeros que ven en ella una tradicional medida antiestrés y sinónimo de calidad de vida, viene siendo atacada por los monaguillos del neocapitalismo como una prueba de viejas, nocivas y antiproductivas costumbres arcaicas de un viejo pueblo poco dado al esfuerzo y al sacrificio.

Cierto que en general, el pueblo español no es muy dado a los sacrificios ¿hay alguien en la Europa del Norte que lo sea? Lo que tenemos aquí es un modo sano y acertado de adaptarnos a una determinada climatología. Y eso, además de ser muy positivo y proporcionarnos calidad de vida, es una buena idea, exportable, pero que regalamos al mundo sin ningún ánimo de cobrar royalties. 

La supresión arbitraria de la siesta como reclaman algunas multinacionales con la escusa de la homogenización de los horarios en sus sucursales, es sintomática de lo absurdo de la sociedad del crecimiento. Se trata a la vez de una supresión simbólica además de contraproducente. Su conveniencia es algo evidente en este país, no estamos hablando de Noruega. Sin la siesta todo funcionaría peor, pregunten a médicos o economistas que no lleven el carnet de neoliberales entre los dientes.       


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