Hartura

Jueves, 02 Agosto 2018 17:44

Hartura me producen las sinrazones y las necedades, las de unos pueblos incultos y obtusos y las de unos políticos que uno ya no sabe si es que son así de necios o se lo montan así.

Me estoy refiriendo a aquellos que por defender la “libertad de culto” han impuesto en la educación española, a golpe de decretos y cacicadas, que las clases de religión computen en las Escuelas Públicas. No les vale la civilizada idea europea de dejar la educación religiosa para el ámbito familiar y eclesial, sino que su mal oculto afán es ir imponiendo la religión (católica, por supuesto) a los que asisten a la educación reglada y obligatoria de las que el Estado dispone. Esta cacicada tenía y sigue teniendo dos lados oscuros.

El primer lado, muy oscuro, contribuye a que la religión dominante se vaya imponiendo por la vía de los hechos haciendo que la secta cristiana de los católicos pase por ser como si fuese la religión del Estado, aunque constitucionalmente no pueda ni deba ser así. El otro lado, más oscuro si cabe, es que al legislarse tamaña barbaridad no se cierra la puerta taxativamente a otras confesiones (muy a gusto lo hubiesen hecho de haber podido) porque habría sido excesivamente evidente la inconstitucionalidad de la disposición y dejado al descubierto la xenofobia y mala fe del legislador. Por ello hoy nos encontramos con que en ese pueblo llamado Altura se quiera establecer, y sea legal, la enseñanza del Islam para un censo escolar del 22% de musulmanes, con una parte del pueblo que arde en xenofobia y un alcalde que nos dice que esto es «algo positivo que ayuda a la integración-inclusión y que muestra la diversidad y pluralidad de nuestra sociedad».

El alcalde, ignoro si habla sinceramente o con sorna, añade: «Si se ha de cumplir la ley, todos los alumnos tienen derecho a decidir». No cabe duda de que legalmente tiene razón, pero están (no él, sino la Ley) protegiendo una barbaridad tremenda que los legisladores habían convertido en “normalidad” con el claro ánimo de privilegiar a una secta sobre las demás.

Sinceramente me pregunto: ¿Los intolerantes integristas católicos, no los cristianos, los integristas católicos, están tan mal en este país? ¿Tan a disgusto? ¿No tienen varios miles de Iglesias y Catedrales donde reunirse y, sentir que comparten su fe? ¿No celebran por las calles de nuestras ciudades a cada dos por tres sus procesiones y ritos litúrgicos? ¿No se llevan año tras año un suculento tremendo bocado del erario público para sus cosas? ¿No tienen cientos o miles de escuelas propias para educar a sus hijos en la fe que ellos profesan?

Es para preguntarse: ¿De dónde procede tanta ira?


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Modificado por última vez en Viernes, 03 Agosto 2018 17:30

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