Haciendo el indio

Viernes, 27 Abril 2018 16:15

Mí sentirse algún tiempo como piel roja frente a Búffalo Bill. Mí no entender.

Mí ver jueces preocupar por saber de dónde salir dinero para pagar costes de una legítima votación ilegal, mi ver hacer prisioneros a responsables, mientras otros jueces, tener claro otros robos mucho más sucios e ilegales y mandar a pasear con gastos pagados ladrones a Suiza.

Mí ver cómo, a otros jueces, machacarles ordenadores en sus narices en una sede que constar reformada en negro y no saber qué hacer con eso ni encontrar siquiera a un rostro pálido a quien culpar. Otros no saber quién ser Rostro Duro, ese misterioso M. Rajoy. Y así hasta tan lejos donde vuelan para invernar los zopilotes.

Mí vivir con angustia cómo luna tras luna reproducirse como conejos “desapariciones misteriosas” en juzgados de legajos de miles y miles de folios de causas que costar años de investigación y a veces la carrera a algún juez. Tan normal la cosa que ni siquiera ser noticia, no sorprender a nadie.

Mí contemplar desolado cómo se detiene, maltrata y hacer vida imposible, con multas desorbitadas, a cómicos, artistas, a creativos de cualquier especialidad que hacer trabajos que no gustar o no convenir a rostros pálidos, a Gran Jefe, o a cualquiera de los poderosos chamanes por todos conocidos mientras que coyotes y lenguas de serpientes como Urdangarín, Matas, Pujol, Blasco, Bárcenas, Fabra, etc, no solo andar sueltos sino que, además, ser alimentados por toda la tribu.

Mí tener que escuchar a tertulianos escandalizarse de que ETA aún no pedir perdón ni fumar la pipa de la paz en la forma que gustarle a ellos, los mismos que no decir ni pío del criminal bombardeo de la Nación Siria (¿o Nación Sioux?) por parte del Séptimo de Caballería de USA, Inglaterra y Francia. Ellos no hablar de terrorismo, ni de genocidio a espaldas de la ONU, o de cualquier otra legalidad. Mí tener que soportar ante mi cansada vista cómo degradarse la naturaleza rápidamente ante los ojos de mi pueblo, cómo desaparecer la vida poco a poco de montañas, mares, ríos y praderas. Mí no comprender cómo mi pueblo vivir asustado por esa terrible realidad que conocer, entender, comprender… y no mover un solo dedo para evitarlo. Yo estar seguro de que nuestros valientes antepasados, allá en las Grandes Praderas donde se encuentren, contemplan avergonzados a sus descendientes comportarse como víctimas, como adictos al licor de fuego y no como dignos guerreros.

Mi no saber qué tener que hacer, ni qué solución haber, pero saber que si la Gran Nación Sioux desaparecer pronto será por no haber entendido hasta donde es capaz de llevarnos la infinita codicia y estupidez de los Rostros Pálidos.


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