Esta semana nos hemos enterado por la Demarcación de Costas de Valencia de que el proyecto del Sendero Azul, que es el que unirá por la costa las playas del Puerto y Canet a través de una pasarela peatonal, se presentó ante dicho organismo a finales del pasado mes de enero. Es decir, que el actual equipo gestor que dirige el alcalde Francesc Fernández y que se hizo cargo del Gobierno de Sagunto a mediados de 2015, ha necesitado más de dos años y medio para preparar el proyecto de la senda azul. Lo mejor de todo es que, una vez presentado, desde la propia Demarcación de Costas les han pedido que subsanen algunos defectos detectados en la documentación aportada. Claro que, según argumenta el concejal de Urbanismo, Pablo Abelleira, todo esto sucede porque los señores de Costas «son unos tiquismiquis».
Durante todo este tiempo, el Gobierno municipal nos ha entretenido con auténticos cuentos chinos, excusas de mal pagador con las que se trataba de trasladar las responsabilidades a otros estamentos de la administración, aprovechándose de que en ese ámbito tiene competencias la CHJ, Costas y la Generalitat. Algo con lo que, evidentemente, hay que contar. Por ejemplo, el pasado 25 de septiembre, sin ir más lejos, el alcalde del municipio, Francesc Fernández, derivaba toda la responsabilidad a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Efectivamente, Fernández explicaba que el Ayuntamiento estaba esperando la autorización de la CHJ para la realización del sendero azul. Ante esta afirmación, le faltó tiempo a la CHJ para desmentir categóricamente a la primera autoridad local, puesto que el permiso de la CHJ para acometer la citada pasarela se le otorgó al consistorio en noviembre de 2015. A partir de aquí, el problema ya no es de la CHJ, sino de lo mal que redactó el PP este proyecto. Tan mal estaba hecho que han tenido que empezar de cero, según denunciaba el 13 de octubre la diputada autonómica por Compromís, Teresa García.
En fin, lo cierto y verdad es que el actual Gobierno de Sagunto, que, dicho sea de paso, es el que más políticos tiene en nómina desde la apertura democrática, todavía no ha resuelto ninguno de los asuntos inacabados que dejó el PP antes de marcharse a la oposición. Aquí, con decir que los populares lo hicieron todo muy mal o con echarle las culpas a otras administraciones, se soluciona el problema. Pero no es así, la gestión no sale adelante porque, salvo honrosas excepciones, como puede ser el caso del propio alcalde, Pepe Gil, Natalia Antonino o Miguel Chover, la mayoría de los gestores municipales, además de ser más bien mediocres, son poco trabajadores. Esta es la triste y cruda realidad.
