Parece razonable la idea de invertir o gastar en cada uno de los núcleos de esta población según necesidades, descartando el hacerlo gastando mitad en un núcleo y mitad en el otro, o lo que parecería más justo, gastando con arreglo a lo que se recauda en cada núcleo.
Parece más acertada la idea de ir cubriendo las necesidades allá donde se producen en la medida en que las arcas públicas lo permitan. Lo único que hay que hacer en este caso es establecer las prioridades e invertir en ellas por un orden establecido.
Me gusta tanto la idea que en mi deseo de colaborar con la buena gestión de mi ciudad me ofrezco para ser yo el que (gratuita y voluntariamente) trabaje en el delicado papel de recoger ideas y problemas, buscar su solución y establecer las prioridades para ello. Por supuesto que me rodearía de las personas adecuadas como técnicos municipales y también profesores, catedráticos, expertos de la sociedad civil, además de los responsables de las Asociaciones de Vecinos así como de toda persona o entidad que quisiese participar. Bien asesorado y conociendo las posibilidades reales de financiación decidiría y atendería lo mejor posible las prioridades de este pueblo dual.
Visto así, está claro que esta forma de atender las necesidades de un pueblo es la mejor de las posibles. Más o menos de este modo funcionó Bilbao en la época del famoso alcalde Iñaqui Azcuna al que hoy se le conoce como “el arquitecto emocional de Bilbao”. Sabido es que los bilbaínos pueden nacer donde les parezca, pero Bilbao hay solo uno. Pero este no es el caso de Sagunto.
Aquí la cosa no es lo mismo, así que ejerciendo el lógico derecho a no fiarme de nadie ni de nada, el derecho que me da el ser vecino de este municipio, me propongo a mí mismo para ser la persona que decida dónde y cómo se debe invertir. Alguna razón tengo para ello, por ejemplo dudo mucho que una conclusión del Mapeo encargado y pagado por el propio Ayto. sea gastarse 8 millones para construirle un gran estadio a una sociedad privada de poco más de cien socios. ¿Un estadio? ¿No hay otras prioridades?
Yo no sé bien quienes son los priorizadores, pero a la vista está que priorizan sospechosamente mal. Sé que se dirá que pienso mal y que eso en la sociedad actual queda muy feo, salvo si se hace en la barra de un bar con una birra en la mano. Pero no en los periódicos. Lo que pasa es que ya no creo en historietas ni cuentos. Vecino, espabila: no es verdad eso de que todo el mundo es bueno.
