En este pueblo pasan cosas que te dejan estupefacto y, aunque nuestra capacidad de asombro no tenga límite, se escuchan y padecen muchas barbaridades. Pero no es lo mismo si se oyen en la calle o en un pleno municipal cuando se propicia uno de esos debates que suelen desembocar en un diálogo de besugos. Es el caso de la tesis de que hay “empresas occidentales” (por no nombrar a Lafarge) que subvencionan al ISIS, o sea, al terrorismo. Vas a un pleno municipal y oyes que se discute seriamente sobre ello y te puede dar una meningitis, o algo peor.
Y es que vamos como los cangrejos, porque también están sobre el tablero las fiestas PATRONALES. A nadie se le ocurre hablar de que lo lógico, moderno y democrático sería programar unas FIESTAS POPULARES incluyentes, en las que todo el mundo pueda sentirse representado.
Hablar de fiestas patronales, si se entra en ese territorio, exige establecer quién es el patrón o la patrona ... y ya tenemos el lío liao: la mitad de la población, los no creyentes, nos quedamos fuera del debate porque nos importa un pimiento si la Verge del Bon Succés es más virgen que la de Begoña … mientras la parte más estúpida y paleta del debate se convierte en la parte relevante de la cuestión. Y esto sin entrar en el tema de los patos, que también andan revoloteando por ahí.
Por otro lado también seguimos soportando estoicamente el bombardeo de bobadas y tonterías sobre el falso debate sobre las canteras, cuando se sabe, desde el alcalde hasta el último mono en la dirección de Lafarge, que ni de coña está en peligro la empresa ni su producción, que se trata de un tema diseñado por algunos políticos maquiavélicos de pacotilla para hacernos tontear a todo el mundo y luego pasar la gorra para recoger votos.
¿Y la hora del concierto de Orozco? ¡Increíble! Eso sí que es hilar fino. Ahí la guerra entre los nacionalistas llega hasta la majadería más absoluta. El tema del Llibret de festes con la foto del Orozco en medio es para llamar al departamento de sociopsicología de una universidad famosa para que determinen al menos si los protagonistas de esta historia pueden andar sueltos o se necesita tomar con ellos algunas precauciones.
Perdidos entre estas discusiones tan importantes languidecen el Horno Alto y el Museo Industrial, el Delta del Palancia se convierte cada día más en un estercolero, del puente ni se habla, el Centro de Salud II convertido en un hervidero de ratas, la Gerencia una Ciudad Muerta, el proyecto Fusión cada día se parece más a lo que todos sabemos que es... pero ¿estamos locos?
Estamos locos. No hay duda.
