Se considera un axioma aquello de “No existen venenos. Existen dosis”. Creo que esto viene a cuento para hablar de nacionalismos.
Si después de una buena comida en compañía de amigos y familiares te tomas un chupito de orujo, aguardiente o de nacionalismo, puede que te encuentres eufórico y predispuesto a cantar alegremente la muixeranga. Es más, si te tomas un segundo chupito seguramente puede que la cantes con lágrimas de emoción en los ojos. Estas sensaciones, aunque un poco artificiales, están muy bien y hacen que no te sientas tan solo ni deprimido y, dependiendo de la dosis, se apodere de ti una agradable sensación de euforia...
Lo malo es cuando te haces adicto y te tomas tus chupitos a cualquier hora, sobre todo si lo haces con el estómago vacío, porque los efectos pueden ser muy contraproducentes y dañinos. Cuando las dosis de nacionalismo exceden de lo sensato o lo prudente, cuando se llega a un alto porcentaje en vena, se crea a los caídos en la adicción sensaciones de rabia o impotencia muy autodestructivas y por tanto peligrosas, no solo a los adictos sino también a todos los que se hallan a su alrededor. Solo hay que recordar lo que pasó en la guerra de los Balcanes.
Decía que venía a cuento esto de las dosis para hacer un comentario sobre un WhatsApp que está causando sensación en el Puerto. Se trata, como muchos ya habréis adivinado, de nuestro alcalde grabado en un mal momento y claramente pasado de chupitos. Llama la atención las cosas que dice, no solo por lo que dice sino también por cómo lo dice y porque, como todo el mundo sabe, los que dicen siempre la verdad son los niños, los locos y los borrachos. Cuando llevas un exceso de nacionalismo en sangre el cerebro deja de coordinar las ideas y puedes dejar de ser consciente de que tienes un micro o una grabadora delante para dar constancia de todas las incongruencias que te salgan por la boca. Se llega incluso en muchos casos a hacer un recuento suicida de agravios comparativos, olvidándose de cuestiones importantes como, por poner solo un ejemplo, de que eres precisamente tú el principal culpable de que los plenos municipales no puedan realizarse en el Puerto.
Siendo así la cosa, aunque la vida sigue y legítimamente seguirá siendo nuestro alcalde, es de esperar que a partir de ahora continuará diciendo cosas políticamente correctas y desempeñando su función tan brillantemente como hasta ahora, cuidándose de su afición al chupito, o dejándolo solo para la intimidad. Esto, lo de estos días, sin duda le costará muchos puntos, pero estoy convencido de que por esto no le van a quitar el carnet.
