Más de 75.000 refugiados llevan meses en Grecia, Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia, Hungría, Bulgaria… a la espera de una, al parecer, imposible reubicación en otros países de Europa. El invierno más frío de los últimos años, junto a las pésimas condiciones en la que se encuentran agrava su situación ya al límite de supervivencia. Llegan noticias mediante Acnur o Médicos Sin Fronteras de que en Belgrado casi 2000 refugiados empiezan a perder miembros por congelación porque los tienen alojados en tiendas de campaña donde han llegado a 16 grados bajo cero.

 

Otros se encuentran en peores situaciones, por ejemplo los atrapados en las fronteras entre Croacia, Hungría y Serbia soportando además el hostigamiento de las autoridades.

 

Y aún hay quienes están en condiciones peores todavía. Son los más de 500.000 palestinos que huyendo de su imposible situación en Gaza y Cisjordania habían huido a Siria y ahora se encuentran en medio de esa vorágine de sangre y muerte orquestada por occidente (sí, nuestro “civilizado” occidente) y los integristas musulmanes. Sin hablar de los africanos que se juegan la vida todos los días para cruzar el Mediterráneo.

 

El pasado enero más de 430 entidades sociales españolas firmaron un comunicado en el que instaban al Gobierno de España la activación del Mecanismo Europeo de Protección Civil para organizar una respuesta coordinada a nivel europeo para que de forma urgente se asista a los refugiados afectados por la ola de frio polar en Grecia y los Balcanes.

 

Ni caso.

 

En estos días l@s alcaldes de Madrid, Barcelona, Valencia y otras ciudades importantes se han dirigido al gobierno en este sentido… y ni caso tampoco. No servirán para nada sus razones ni sus propuestas.

 

La cosa es grave. Se trata de un genocidio encubierto, pero un genocidio al fin y al cabo, y, no solo de nuestro gobierno que es quien tiene esa responsabilidad, sino que nos salpica a todos, porque es del pueblo español la responsabilidad de tener al mando un gobierno tan insensible, injusto y criminal. Es para avergonzarse de ser español. No consuela nada saber que otros pueblos hacen o permiten lo mismo, esto no es ni tiene porque servir de ningún consuelo.

 

Lo que mitiga un poco este mal sabor de boca es ver que, a pesar de todo, aún quedan personas solidarias y humanitarias; como ejemplo bien cercano los voluntarios que componen en este pueblo Morvedre Acull: convocan todos los meses en el Paseo de la Playa un Cercle de Silensi para informar a todo aquel que se acerque acerca del problema de los refugiados, pero además están en el día a día pendientes de los que nos van llegando, haciéndose cargo en muchos casos de sus problemas, ayudando en lo que pueden a estas personas en la situación de gran vulnerabilidad en que se encuentran. ¡Bravo por ell@s!