El velo

Viernes, 23 Diciembre 2016 16:56

La semana pasada la Ministra de Defensa alemana Úrsula von der Layen, en una visita al Príncipe Heredero de Arabia Saudí, se negó a ponerse el velo a pesar de las presiones de los diplomáticos “para mantener la corrección”. Ante la decidida negativa de la ministra, los diplomáticos alemanes y saudíes insistieron en que, al menos, aceptase que la parte femenina de su séquito sí lo hiciese, cosa a lo que ella se negó: “Elegir la propia ropa es un derecho que asiste igualmente a hombres y a mujeres y me enfada que se les presione en ese sentido”. El Príncipe tuvo que tragar no solo tener que negociar con mujeres, lo que para un buen musulmán debe ser un palo sino que, además, tuvo que verles el pelo, cosa que por lo visto debe ser altamente pecaminosa.
 
En el último congreso de la CDU, el partido de la Merkel, decidieron prohibir el velo integral en las Escuelas, en las Universidades y en los Tribunales por el simple motivo de que el derecho alemán prevalece sobre la sharia. Esto me trae al recuerdo cuando nuestra ministra Ana de Palacio realizó una visita semejante vestida con una gabardina hasta los tobillos y la cabeza tapada de tal manera que se asemejaba más a un botijo que a una persona. Aquello hubiese sido personalmente ridículo si no fuese porque lo hacía como representante de los españoles y por tanto, de paso, nos ponía en ridículo a todos. Y es que respetar las creencias de otros no puede realizarse a costa de tu propia dignidad y la de los tuyos. Ahí algo falla.
 
Y paso a hablar de mi pueblo. Me llegan rumores (espero que falsos) de que se está estudiando por parte de nuestros munícipes la creación de un cementerio musulmán para que estos puedan ser enterrados conforme a sus ritos y costumbres. Me parece muy bien que algo así pueda hacerse pero muy mal que tengamos que pagarlo los que no somos musulmanes. ¿En qué cabeza cabe? ¿Habrá que hacer otro para los judíos? ¿para los Testigos de Jehová? ¿para los ateos? ¿para los socios del Acero?
 
Quien necesite enterramientos especiales que se los pague. El Ayuntamiento debe centrarse en su propio cementerio, ofrecer ese servicio público en las mejores condiciones posibles y con las máximas garantías de respeto hacia los fallecidos y sus familias así como en perfectas condiciones de salubridad. Otra cosa son las particularidades de otros ritos y costumbres. Ahí hay que poner la mejor voluntad y dar todas las facilidades administrativas a aquellos que quieran condiciones especiales, pero todo ello dentro de un orden, sin que se vulneren normas sanitarias y sin ningún aprovechamiento económico a costa de los impuestos de todos. Dicho de otro modo pero también con el máximo respeto: el que quiera caprichos que se los pague.

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