En la presentación de la propuesta de presupuestos municipales para 2017, el alcalde de la ciudad, Francesc Fernández, apeló a la responsabilidad de los grupos políticos opositores para que, absteniéndose o votando a favor, se favorezca la viabilidad de las cuentas municipales del año próximo, toda vez que desde 2009 se viene trabajando con los presupuestos prorrogados, puesto que, entre 2010 y 2014, ninguna fuerza política quiso aprobárselos al Partido Popular, ni en el 2015 al tripartito.
Está claro que una cosa es predicar y otra dar trigo, como también es bien cierto que no se ven igual los morlacos desde la barrera que toreando. El Bloc, partido al que pertenece el señor alcalde, no tuvo inconveniente en echar de la Alcaldía al socialista Manuel Girona para colocar en el sillón presidencial al popular Silvestre Borrás. Tampoco hay que olvidar aquella alianza entre el Bloc y la extinta Convergencia y Unió para concurrir a las elecciones europeas. Cito estos dos ejemplos para poner de relieve que, a la hora de formalizar acuerdos, nunca han sido un obstáculo las supuestas diferencias ideológicas existentes entre el Bloc y fuerzas claramente reconocidas como conservadoras o neoliberales. Precisamente por ello, resulta bastante extraño que los nacionalistas no quisieran aprobarle las cuentas municipales al PP en las dos anteriores legislaturas. Así pues, habrá que buscar las causas en una clarísima falta de química entre Francesc Fernández y Alfredo Castelló.
A pesar de que el señor Fernández ha sido un mal ejemplo durante su etapa de oposición, en cuanto a colaboración con el Gobierno municipal se refiere, es justo reconocer que tiene razón, el hoy alcalde, cuando dice que es necesario sacar adelante las cuentas municipales para que el Ayuntamiento vuelva a la normalidad, después de estar desde 2010 sin presupuestos. También es razonable que desde el PP reprochen a la primera autoridad local que ahora pida colaboración, cuando el señor Fernández les negó el pan y la sal reiteradamente durante ocho años.
Por otro lado, está bastante constatado que la propuesta de presupuestos es poco realista y muy alegre a la hora de estimar los ingresos, no sé si la Sindicatura de Cuentas también considerará irregular que se hinchen unos presupuestos a sabiendas, más que otra cosa porque se genera déficit. En todo caso, durante el periodo de negociación que se abre, se pueden introducir elementos correctores que sitúen los ingresos previstos en parámetros de realidad y no de ficción. Esa es la única forma de evitar un desfase entre ingresos y gastos, que siempre terminamos pagando los ciudadanos con más impuestos o peores servicios.
