En el anterior número de este mismo periódico venía una noticia que en principio me ha procurado una gran satisfacción: la constitución en nuestra comarca de una asociación para la defensa de la laicidad de las instituciones públicas y de los derechos a la intimidad confesional de los ciudadanos. Ya era hora, estaba haciendo falta.
En un país normal no sería necesaria una asociación de este carácter puesto que cualquier asociación, empresa, comercio o entidad deportiva en el desarrollo de sus funciones no debería necesitar que se le recordase que sus componentes, afiliados o usuarios pueden pertenecer a cualquier confesión religiosa… o a ninguna, por tanto esa asociación, club, o empresa no debería recurrir a patrocinios ni exhibiciones públicas de ninguna confesión, dejando a la libertad de conciencia y a la intimidad de las personas su particular relación con lo divino.
Pero este no es un país normal; venimos de dónde venimos y aún en pleno siglo XXI vemos con “normalidad” como una cofradía de pescadores, por poner un ejemplo, pasea una imagen en barca por el muelle.
Parece ser que a nadie le importe que pueda haber pescadores de otras religiones o ateos, eso no parece ser digno de respeto. Pero lo peor y más grave es que frecuentemente esos actos son presididos por representantes públicos, alcaldes, concejales, etc: el colmo de falta de respeto al conjunto de la ciudadanía.
El que se cree una asociación laica, no obedece a ningún afán por crear algo hostil a las religiones. En realidad si las cosas estuviesen en el lugar que lógicamente le corresponden, no sería necesaria esta asociación. La necesidad viene de los abusos que, especialmente la Iglesia Católica con la colaboración del Estado, vienen realizando. Un Estado que se declara aconfesional y que es en la práctica tan confesional como lo era durante la época predemocrática.
Ello hace que la necesidad de una asociación laica no nazca, como algunos van a pretender, de ningún ataque a ninguna religión, sino muy al contrario, nace de la necesidad de llamar la atención del conjunto de la sociedad ante la falta de respeto de la Iglesia Católica y del Estado a la mayoría de la población.
La Iglesia Católica, aquella que llevó bajo palio al dictador, la misma que ordeña constantemente al erario público millones y millones por distintos, innumerables y variados procedimientos, es la que hoy consigue, con la complicidad de los poderes públicos intervenir de modo unilateral en la educación pública sin respetar la pretendida laicidad del estado ni los derechos de los niños a no ser adoctrinados, es en fin, la que nos crea la imperiosa necesidad de organizarnos como ciudadanos para pararles los pies.
Si este tema te interesa nos vemos el día 5 de mayo a las 7 en el local de CCOO.
