Siempre creí, criado en el ambiente trabajador  de un pueblo obrero, en el orgullo de ser un creador de riqueza y bienestar. Más adelante aprendí que los empresarios, los buenos empresarios, también son creadores de riqueza, aprendí que entre todos se crea la riqueza de un país y que todos somos necesarios.

Hace ya algunos años que se viene repitiendo machaconamente por tierra, mar y aire el sonsonete de que son los empresarios los que crean riqueza y puestos de trabajo y menos años hace de que me percaté de que esa frase, tan aparentemente verdadera, dicha repetidamente encierra en sí misma una gran mentira. Se trata de una mentira sutil, una de las más sutiles de las que se ha dotado el neoliberalismo para desarmar a las masas en su guerra ideológica: porque una verdad a medias es una mentira y, en este caso se trata de que una gran verdad a medias resulta una gran mentira.

En la frase no se dice que sean los empresarios “los únicos” que crean riqueza. Sería muy descarado y ayudaría a descubrir la falsedad del silogismo. Simplemente se hace una afirmación que en sí misma es cierta y verdadera, obviando a los trabajadores y dejándolos fuera de la frase. Lo dicho: una gran mentira… pero muy sutil.

El debate que se debería abrir sobre este tema no es que solo se mencione la necesidad social del empresariado sino también de lo cauta que debería ser la sociedad a la hora de hablar y calificar a los empresarios. Porque ahí hay de todo, desde los muy ejemplares como emprendedores asumiendo retos y riesgos verdaderos, también de los que son creativos, respetuosos con los derechos de sus operarios o con el medio ambiente a los que son merecedores de ser encerrados bajo siete llaves en la cueva de Alí Babá. Solo hay que ver la representación que estos tienen en la presidencia de la Patronal y no solo estoy hablando de los que ya están en la cárcel, sino también de los que aún no lo están.

Nos vienen bombardeando con la frasecita-cantinela de los creadores de riqueza en un país todavía sobrecogido por las consecuencias de las Gurtels, Púnicas, escándalos como Astroc o los miles de casos que están en la mente de todos de empresas pegadas con cemento a organismos públicos, aytos, diputaciones, consellerías, etc. Algunos de estos empresarios fueron laureados y condecorados por el Sistema, muy pocos están en la cárcel.

Entiéndase: empecé la columna reconociendo sus méritos a aquellos empresarios creadores de riqueza, pero no podemos olvidar que otra parte de ellos han sido y son parte imprescindible, junto con los políticos de la Casta, responsables del inmenso fraude del que hemos sido víctimas los pacientes ciudadanos de este sufrido país.