El derribo

Viernes, 26 Junio 2015 19:38

La caprichosa voluntad de los acontecimientos ha querido que, recién nombrado el nuevo alcalde, un fallo judicial nos recuerde las andanzas y pifias urbanísticas del tripartito de progreso en general y del entonces concejal de Urbanismo, señor Fernández, en particular. Durante aquellos años de la burbuja inmobiliaria, entre 2003 y 2007, el desarrollismo urbanístico fue la nota dominante, lo cual no está nada mal para un Gobierno, el presidido por doña Gloria Calero, que se reclamaba de la izquierda. Lo cierto es que, en cuanto a la especulación urbanística se refiere, los progresistas no quedaron a la zaga, ni mucho menos, dejaron en ridículo a los Gobiernos de la derecha, que no fueron capaces de abrir tanto suelo en tan poco tiempo. Las miles de farolas que hoy iluminan solares vacíos y su abultado gasto energético, son el legado de aquellas ‘políticas de progreso’.

Pero volvamos al tema: una sentencia judicial de fecha 29 de mayo, ordena la clausura de la gasolinera de Repsol, la situada en la rotonda de las vagonetas, y la eliminación de las obras, o sea, que según este fallo judicial hay que derribarla. No confundir con la estación de servicio Gasoprix, que se encuentra enfrente. Como este pronunciamiento del alto tribunal, que es firme, se materialice, a los ciudadanos de Sagunto nos va a salir la broma por unos cuantos millones de euros, pues habrá que abonar a la propiedad los costes de la inversión, más el correspondiente lucro cesante. Ojo, que, si no se logra reconducir el asunto, este fallo judicial puede tener consecuencias económicas gravísimas para el conjunto de los vecinos.

Aquí, la historia siempre se repite: las decisiones municipales, que normalmente suelen estar avaladas por los técnicos, esos que quieren cobrar más a final de mes, tienen en muchos casos una deriva judicial que termina con pronunciamientos en contra del Ayuntamiento de Sagunto y, por tanto, con el pago de fuertes indemnizaciones, casi todas, por supuesto, de varios millones de euros. ¿Aquí dimite alguien?, no ¿Aquí se despide a alguien?, tampoco. Como al final somos los vecinos los que tenemos que rascarnos el bolsillo para sufragar los platos rotos de actuaciones tan temerarias e irresponsables, lo cierto es que nunca sucede nada. Se paga y punto.

En fin, que aquella actuación, que en su momento tuvo mucho ruido mediático y que todo el mundo daba ya por amortizada, ha vuelto para recordarnos que lo que se hizo entonces fue un apaño que no se ajustaba a la normativa legal vigente, tal y como refleja nítidamente la propia sentencia. Vamos mejorando.


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