Era el grito de aviso en la época en que trabajaba en la siderúrgica. Ese grito nos advertía que un jefe se acercaba. Hoy quiero lanzarlo para avisar que otros jefes se acercan, que hay peligro. Se está negociando aquí en Sagunto la investidura de un nuevo alcalde y, aunque nada haya decidido todavía, aunque las matemáticas tampoco ayuden mucho, parece que cada día que pasa las ideas, proyectos y programas pesan cada vez menos mientras gana terreno el posibilismo.
Yo siempre he pensado que el posibilismo, el ver las cosas desde un prisma realista y práctico es imprescindible para la vida. Muy conveniente también para la política. Pero además siempre he tenido presente los principios. Estos, los principios, han de ser pocos y muy claros, tampoco conviene fabricarse corsés que te impidan funcionar de modo práctico en la complicada y diversa farsa de la vida. Yo, como mucha gente, tengo los míos y entre ellos hay alguno muy claro: todo lo que vaya en contra de la propiedad social de los servicios básicos que procuran y mantienen la libertad y la economía de los pueblos es negativo y altamente reaccionario. Por ejemplo: el agua potable. Procuro por ello tener claro siempre y en todo momento quién actúa a favor de este principio (y esos son los míos) y los que van en contra (son los otros)
Desde mi punto de vista este pueblo tiene memoria de pez, aunque periódicamente nos recuerden quién manda en el agua, aunque el recibo de este bien básico no pare de subir, aunque te cobren por tener, aunque no uses, una boca de riego o boca de incendios, ya casi nadie recuerda quienes fueron los culpables de este desaguisado y es por eso, por esa laxitud, por esa incoherencia, que entre los tres partidos culpables de aquel desaguisado suman en la nueva legislatura trece concejales lo que les da mayoría absoluta. No vale pensar que no es muy probable que vayan a gobernar juntos, porque es seguir pecando de mala memoria: en aquella ocasión tampoco estaban todos ellos en el equipo de gobierno, pero eso no fue obstáculo para “negociar” dicha privatización en un tiempo record, además de unirse para echar del equipo de gobierno a Izquierda Unida por oponerse.
Mientras esos partidos consigan trece o más concejales nadie se podrá plantear recuperar el agua para el pueblo, por tanto en ese tema se puede decir que ya tenemos perdidos cuatro años más; eso si además de perder el tiempo conseguimos no perder la memoria. ¿Tengo que repetir aquello de “un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”?
Por favor querido conciudadano, no pierda el sentido del ridículo, cuando vaya a abrir la boca para quejarse del precio del agua recuerde primero a quién ha votado. A lo mejor callado estará más guapo.
