Mandela nacionalista

Lunes, 09 Diciembre 2013 02:14

Si mencionamos a Mandela o a Sudáfrica, la palabra apartheid aparece en nuestro mente sin haberla buscado, este drama de racismo propiciado por el fascista “National Party afrikáans”, partido nacionalista que instauró la política del Apartheid o segregación de razas y etnias, que como todo partido nacionalista, obligaba a todos los ciudadanos a aprender y hablar la lengua “Afrikáans”. Este nacionalismo pernicioso, fue derrotado por otro nacionalista, Nelso Mandela, este por el contrario, instauro un nacionalismo integrador y no separador.
 
Todo lo que significó el apartheid en Sudáfrica, fue la discriminación hacia las razas, la cultura de otros, la lengua de otros y sobre todo opresión económica, se inscribe en una sola palabra “nacionalismo pernicioso”. Fue la consecuencia de lo que el nacionalismo identitario y pernicioso significaba y aún significa en Sudáfrica. La gran obra política conseguida por Nelson Mandela en este joven país, que es Sudáfrica, ha sido asombrosa e inmensa, pero lo que queda por hacer es aún mucho más complejo, conflictivo y enorme en su vertiente cultural, y en la desigualdad económica. Los problemas del nacionalismo no están resueltos, hay unas 7 etnias y unas 11 lenguas distintas, y todo ello con una gran población europea y asiática. Los problemas de Sudáfrica en el futuro y después de la muerte de Mandela, podría ser otra vez, el resurgir del nacionalismo pernicioso y desintegrador, el nacionalismo separatista. Estos, joderán lo que este gran nacionalista, Nelson Mandela unió, esperemos que no.
 
¿Es un problema de enfrentamiento el hablar idiomas diferentes? ¿Tener una cultura costumbrista y folclore distinto? ¿Practicar una creencia religiosa distinta? ¿Haber nacido en otro lugar? ¿Vivir en un territorio u en otro?... Mi respuesta es que no, estas características no deben ser motivo de enfrentamiento. El motivo de enfrentamiento se crea artificialmente, lo crea el concepto de “posesión” y de “identidad diferenciada”. Esta clasificación se crea con el “nacionalismo”, y el sujeto creador es “el nacionalista”.
 
¿Son, los extremeños, los asturianos… menos amantes de su tierra, costumbres, lengua etc.? Pues no, tan solo que su nacionalismo y señas de identidad, no tienen carácter de agravio ni pretensiones independentistas, ni de anexionismo territorial de los vecinos, no son expansionistas, sus políticos no lo son. Es cuestión de historias de condes, marqueses y señoríos, puestos en actualidad. El nacionalismo no es pernicioso por sí mismo, si no por lo que sus líderes pretenden hacer o ya hacen. Manipular a las personas para su fines políticos, levantado banderas contra otros y poniendo fronteras donde no las hay.
 
Las identidades más opresoras son las que no dependen de la voluntad del individuo. Es el caso del nacionalismo radical pernicioso. Todos nacemos donde la madre que nos parió tuvo la oportunidad, la mayoría de las veces involuntariamente, nadie elige dónde nacer. Pues a pesar de esto… alguien te pone una bandera en la mano, un himno en la boca y un enemigo a batir, y de ti se espera que seas un héroe patrio. Hoy, se enaltece al patriota, que heroicamente, puso una bomba con mando a distancia matando indiscriminadamente y sin exponerse al riesgo, o al que le pegó un tiro a traición a una madre delante de su hijo. Yo creía que los héroes eran otra cosa.
 
Los intereses económicos y de liderazgo de los que ostentan el poder y los que pretender ostentarlo en solitario, los que desean “ser cabeza de ratón y no cola de león”… no coinciden por razones lógicas a sus pretensiones y promueven los conceptos identitarios nacionalistas, separatistas o expansionistas, según sea el caso, lo hacen a su medida. Todo ello muy diferente al concepto y objeto integrador de pueblos y culturas en la libertad, igualdad y solidaridad, que es un ideal humanista solidario donde todo el mundo tiene los mismos derechos.
 
El principio rector en la conformación política ha pasado a ser la integración cultural, la estabilidad de los gobiernos depende en buena medida del sentimiento nacionalista cultivado en sus ciudadanos. Por ello, los gobiernos necesitan de un inmenso aparato educativo y propagandístico que continuamente esté reforzando en sus ciudadanos la identidad cultural propia de la nación, pues de ello depende sustancialmente la estabilidad y continuidad del régimen gubernamental, y en los casos de los separatismos se fabrica una “identidad” en oposición y enemiga de la que aspira separarse. Hoy en España, son principalmente las ideologías nacionalistas en el País Vasco, Galicia y Cataluña, las que están en la tarea de instruir a las nuevas generaciones en las escuelas, y con sus potentes medios de difusión, difunden los beneficios de ser diferentes e independientes del resto de pueblos de España. Puro fascismo que propagan sin pudor… y se llaman de izquierdas, claro que también lo eran Hitler y Mussolini, ateniéndose a su nacional socialismo.
 
Desde un punto de vista sociológico, el nacionalismo tiene grandes ventajas, la unión, la cohesión y la obediencia ciega a los líderes. Todas las guerras han sido promovidas por causas religiosas, territoriales, económicas, étnicas y culturales, pero es el nacionalismo quien amalgama y une estas características en una “identidad” diferente al resto de pueblos, y se crea la “nación”. El sentido de orgullo patrio, cultivado mediante símbolos, banderas e himnos, sirve para mantener unida a la sociedad. Esto podría no ser pernicioso, incluso parece ser necesario. Lo peor es cuando se emplea en contra de los otros, porque somos mejores, porque nos quitan lo nuestro.
 
Sociológicamente, el nacionalismo cumple la función de unir en la uniformidad patria, frente a otros. Pero, el nacionalismo comporta perjuicios para los pueblos al ser insaciable, y termina por volverse irracional, represivo, opresivo, incluso criminal. En su afán por integrar a los ciudadanos, el nacionalismo despoja a éstos de su libertad individual para escoger cuáles son sus preferencias, y cómo se debe vivir. En el nacionalismo, el Estado ya ha decidido por el individuo como debe hablar, cómo se debe vestir, cuál música debe escuchar, a cuál equipo de fútbol debe aplaudir, incluso le pone la bandera nacional al futbolista sobre su pecho, el nacionalismo te dice de que héroes debe sentir orgullo y que fiestas debes glorificar. Y lo peor, a quienes debe repudiar y odiar. ¿No le suena?
 
Las personas, por razones de nacimiento, raza, etnia, o cultura no son superiores ni inferiores, sólo distintas. Sin embargo el hombre se ha empeñado en llevar acabo un enfrentamiento criminal entre culturas, naciones vecinas y tristemente, entre fundamentalismos religiosos. En los inicios del siglo XXI, continua esta lacra del nacionalismo pernicioso, después de 133 años en que un eminente doctor polaco propusiese una lengua neutral, el Esperanto, como idioma internacional para toda la humanidad, tan solo la hablan menos de dos millones de personas. Ningún gobierno la ha incluido en su programa de educación nacional. La ideología No Nacionalista, ni tiene militancia, ni partidos políticos, tampoco interés económico, de raza, religión o bandera. Tiene enfrente al mundo nacionalista que es inmenso y egoísta.
 
El sistema económico capitalista actual, preconiza la eliminación de fronteras, el libre tránsito de capitales, bienes y servicios. Los gobiernos nacionales facilitan mediante las leyes internacionales estas liberaciones, pero todavía niegan el libre tránsito de personas, excepto entre países de la Unión Europea. El libre tránsito de personas se evita específicamente cuando aquellas provienen de países del tercer mundo, del mundo subdesarrollado o envías de desarrollo, sea el término que se utilice para referirse a los Otros, aquellos en busca de oportunidades, una vida mejor y un mejor futuro. A estos seres humanos se les ponen vallas, policías, perros, ejércitos, alambradas y perversas cuchillas.
 
Nelson Mandela, un nacionalista militante, acabó siendo un nacionalista integrador en un país con muchas lenguas, culturas y razas diferentes. Mandela renunció a ser “cabeza de ratón” en su propia etnia, a cambio de la excarcelación, prefirió permanecer en la cárcel y luchar por el conjunto de un país de todos, “Sudafrica”. Consiguió unir a todos, con una bandera y un himno deportivo. Ya en su juventud enunció a su derecho hereditario a ser jefe de una tribu “xosa”, y dedicó su vida a la defensa de la igualdad de derechos para todos. El mundo entero reconoce su gran obra, pero Sudafrica tiene sus problemas por resolver. Aún y con eso, creo que la situación de Sudáfrica aunque no es ni mucho menos satisfactoria, es mejor que la de la Sudáfrica del National Party, la del Apartheid. Independientemente de los logros o fracasos de los sucesivos gobiernos del CNA (partido de Mandela), Sudáfrica en la actualidad no tiene un régimen racista y sus instituciones son democráticas.
 
Las comparaciones con España, salvando condiciones incomparables, son que ambos países deben aún solventar las grandes desigualdades económicas de grandes sectores de población y sobre todo la unidad nacional, integrando las diferentes nacionalidades en un solo país. España lo tiene mucho más fácil, nuestras diferencias económicas y sociales son enormemente mejor, las diferencias nacionalistas, culturales y étnicas en España son en comparación a Sudáfrica… como si comparamos un mochuelo a un olivo. El problema étnico en Sudafrica puede ser de guerra civil étnica, y ya sabemos cómo se las gastan los africanos, machetean a su padre… si hace falta. Esperemos que no.

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Modificado por última vez en Lunes, 09 Diciembre 2013 02:35
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