La Paradoja de Easterlin

Lunes, 19 Agosto 2013 02:55

dinero 
Leyendo un artículo titulado ¿Dónde se esconde la felicidad?, de Nacho Carretero, en la revista “Semanal” y su referencias a la psicóloga Sonja Lyubomirsky por su libro “Los mitos de la felicidad” el cual asegura Nacho, que hace furor en EEUU de America. Dice Sonja que se planteó escribir el libro a raíz de un accidente de tráfico del cual salió indemne. Asegura Sonja, que el accidente le produjo felicidad en lugar de sentirse triste, el haber salido con vida fue su alegría, y por contra la noticia, esa misma noche, de que su compañía de viaje le cambiara el número de asiento a otro peor, le supuso una mayor frustración y contrariedad que el accidente del coche.
 
Este libro de Sonja plantea que la felicidad o la desgracia son sensaciones relativas, todo se fundamenta en base a que se compara, lo que para algunos es un gran mal, para otros es un bien; podría haber sido peor, es una de las conclusiones.
 
Este articulo me ha recordado la vieja “Paradoja de Easterlin” (the Easterlin Paradox) que, emulando a mi viejo y querido profesor VNavarro, la titulo en ingles del Pato Donals. Así que para reavivar mi memoria mas gastada que una lima marca “Bellota” de 1960, me repaso la vieja teoría de La Paradoja de Easterlin, que para los despistados y felices capullos, esos que son felices y optimistas hasta con cuatro hipotecas por pagar, les recuerdo que mi gran amigo americano Richard A. Easterling, el más grande y leído economista de los EEUU, expuso su teoría de la felicidad en 1974, al descubrir en un estudio que el aumento de riqueza que experimentaron los EEUU entre 1945 y 1974 no había producido un aumento proporcional en la tasa de felicidad de su población. O sea que eso de pedir más sueldo, si te lo dan… no serás más feliz, mejor es que te lo bajen. Pues en eso está Rajoy y su gobierno, en darnos felicidad.
 
Mi gran amigo Easterlin, comprobó que una vez se creaba riqueza en una sociedad y ésta dejaba atrás la pobreza, el hambre, la sed y el frio, no se daba un aumento equivalente del nivel de felicidad de la población analizada. En definitiva, incrementos en la prosperidad de una nación no hacen a los individuos que la componen más felices. Es decir, llegados a nivel de riqueza de un país en el que todos sus servicios básicos se ven cubiertos, más ingresos en su población no implica mayor felicidad en esta.
 
Por ejemplo: Hace tiempo que sueñas con la “paisana” con tener un apartamento en la playa de Canet. El nano, ya va a la escuela solito, tu paisana se ha colocado de secretaria en las oficinas de una especuladora promotora, y entre ambos os calzais 5.000 € mensuales. Compráis el apartamento y os embarga una sensación de felicidad con eyaculación precoz... de la hostia, eso al principio. La felicidad de tener ese estupendo apartamento era efímera, en cuanto te acostumbraste a su uso, dejaste de tener esa sensación de éxtasis por tener y enseñar a amigos, vecinos y primos el apartamento ¡Que bonito!. Una vez acostumbrado al apartamento, dejaste de ser tan feliz, ya estabas como antes, mas algunos problemas que antes no tenias. Puede incluso que en vez de eyacular de felicidad tengas diarreas al no poder hacer frente a la hipoteca, estás en desgracia, ¡Gilipollas!.
 
La paradoja de Easterlin es un postulado económico planteado por el economista Richard Easterling, quien desarrolló este concepto en un artículo publicado en 1974, cuyo título fue: Does economic growth improve the human lot? Some empirical evidence. Este concepto ha sido empleado en una corriente del pensamiento desidente de lo tradicional, denominada la Economía de la Felicidad, que pone en tensión a la teoría tradicional económica del Bienestar, que afirma que cuanto mayor es el nivel de ingresos monetarios de un individuo, mayor será su nivel de satisfacción, traducido en lo que se conoce como felicidad. Aunque para varias personas resulte un campo complejo y subjetivo de definir, la felicidad ha sido reflexionada desde los tiempos más remotos. La verdadera felicidad la tenia Adán... hasta que llegó Eva.
 
El crecimiento económico es importante, siempre y cuando esté acompañado de una redistribución de la riqueza que mejore la calidad de vida de todos y todas. Por tanto, ¿debemos ampliar nuestro marco de referencia a la hora de comparar nuestro “nivel de felicidad” y nuestro nivel de vida? ¿Debemos empezar a pensar que la competencia por mantener nuestro “nivel de felicidad” es ya global y no solo del entorno más cercano? ¿Es hora de pelear por nuestro “nivel de felicidad” mediante el aumento de la productividad y el valor añadido de nuestras empresas a nivel global? ¿Es este un pensamiento de izquierdas, solidario, sin fronteras? ¿No lo es para los nacionalistas, independentistas, incluso segregacionistas locales? ¿Que interes tenemos por las miserias de las personas en el umbral del hambre, la enfermedad y la miseria? ¿El 0,7% del PIB, alguien se acuerda?
 
Sin embargo en 2008, los economistas Justin Wolfers y Betsey Stevenson, ambos de la Universidad de Pennsylvania, íntimos amigos míos y del profesor VNavarro, publicaron un artículo en el que volvieron a examinar la Paradoja de Easterlin usando nuevas series de datos. Concluyeron, que -al contrario de lo que Easterlin argumenta- los aumentos en los ingresos reales están estrechamente unidos al incremento de la felicidad. ¿En qué quedamos? . Yo creo que en los años 40, 50, 60 y 70, correspondientes a la dictadura del Invicto Caudillo Franco, éramos más felices que en esta era de “Esta Democracia no me Representa”; o sea, que desde los años 75 hasta hoy, sin duda somos los más desgraciados de Europa, incluida Cataluña.
 
Quienes, al parecer, se conoce muy bien esta paradoja, son los directivos de Thyssenkrupp. Su planteamiento de “Te voy a poner la cosa muy jodida, de entrada” y luego te presento un plan de pre-jubilaciones, recolocaciones y “pasta gansa al contado” que te vas a mear en los postulados solidarios y parafernalias de pancarta y voceros. Dicho y hecho, ante tanta desgracia pregonada, la oferta ha deslumbrado a los recibientes directos, y se olvidaron de los 500 indirectos que decían defender, esos no recibirán ni un €uro… ni medio, pero felices todos, la Paradoja de Easterlin ha funcionado en la parte de la objeción relativista ¡podria haber sido peor! o ¡Mas vale pajaro en mano que cien volando!  
 
Si esta paradoja es verdad, una de las implicaciones posibles para la política del Gobierno, es que: una vez satisfechas las necesidades básicas, la política no debe centrarse en el crecimiento económico o en el incremento del PIB, sino en el aumento de satisfacción con la vida o la "felicidad nacional bruta" (FNB). La felicidad de los ciudadanos se produciria si se le subiese el sueldo un 5% despues de haberselo bajado un 10% como así lo recomienda el FMI y sus ricachones gestores. Otro factor relativo de felicidad se daria a los 6 millones de parados, cuando se les contrate por 650 €/mes a medida que pasan al subsidio de los 420 €/mes. Los movimientos sociales como son los ECOS, VERDES, etc presentan un amplio abanico de posible felicidad, si se les da cancha a sus postulados, limpieza de montes, playas, plantado de árboles y cuidados de la fauna ibérica autoctona. Esto resultaria barato para el gobierno, trabajan sin cobertura social, ni seguros, ni nóminas. ¿porqué no satisfacer la felicidad? Son trabajadores de "low Cost", baratitos.
 
Hace una semana le tocó una primitiva de 67 MM€uros a un proletario de un partido de izquierdas y el tio... ha desaparecido sin dejar propina en el partido, este por lo visto no ha leido "La Paradoja de Easterlin", el tonto no sabe lo que le espera. ¡Que desgraciado!
 
¡El dinero no da la felicidad al ciudadano, pero a mi si!

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Modificado por última vez en Martes, 20 Agosto 2013 16:17

 

 

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