La industria saguntina en la encrucijada y la necesaria respuesta política

Escrito por Juan Ramón Gallego Bono
Viernes, 12 Junio 2015 16:44

La problemática industrial que afecta al municipio de Sagunto y al Camp de Morvedre es realmente compleja. Las elevadas tasas de desempleo así lo evidencian. Ahora bien, esta grave situación no es únicamente el resultado de la crisis económica, sino que es el reflejo de un problema más profundo: la insuficiente capacidad de generación de empleo industrial del nuevo modelo vigente desde hace un cuarto de siglo y la dificultad política de hacerle frente. En este marco, la crisis económica no ha hecho sino agravar un problema latente que nos acompaña desde antiguo.

La industria saguntina es tributaria del proceso de reindustrialización. La principal contrapartida que consiguieron los trabajadores, sus representantes sindicales y la sociedad local en su conjunto, por aceptar finalmente el cierre de la cabecera siderúrgica fue lograr una política de reindustrialización del gobierno central, y a la que también se uniría el gobierno regional. Esta política logró captar un cierto número de inversiones subvencionadas, lo que unido a otras inversiones logradas por el propio atractivo de la zona consiguió diversificar la industria.

La apertura del puerto comercial vino a consolidar este proceso. Este relativo éxito es, sin embargo, incomprensible sin tener en cuenta que se apoyó en toda una serie de capacidades endógenas (internas) del territorio que hasta entonces no se habían desplegado plenamente, tales como una mano de obra cualificada y con iniciativa, redes de empresas auxiliares, buena localización, etc. La nueva industria ha reforzado y creado algunas formas nuevas de recursos endógenos, entre los que destaca un sector de servicios avanzados y la trabazón de algunas redes con empresas locales y regionales y con los centros de la red de institutos tecnológicos del IMPIVA. Creo que no se ha entendido lo suficiente la importancia de estos recursos endógenos en nuestro pasado reciente y en nuestro futuro. Estos recursos son el resultado de un amplio proceso de construcción social, en el que recientemente no sólo se incluyen las eventuales relaciones de algunas empresas medianas y grandes con otros actores, sino el esfuerzo de la sociedad civil por crear nuevas asociaciones empresariales, asociaciones de directivos consagradas a la difusión de nuevas formas de organización desde las empresas más avanzadas de la zona a las PYMEs, etc. Es importante destacar, que a través de todas estas redes empresariales y de innovación no sólo se mejora la competitividad de la industria sino también se refuerza la vinculación de esta competitividad a los recursos territoriales y, por consiguiente, el propio anclaje de la industria al territorio. Algo esencial para evitar las deslocalizaciones empresariales.

Todos estos elementos no se han entendido lo suficiente, lo que se explica en gran medida por las esperanzas que despertó el proyecto de Parc Sagunt: auténtico tótem “imaginario” que ha venido a sustituir al tótem “efectivo” de “Fábrica”. Lo cierto es que en los tres lustros anteriores a la crisis el empleo industrial se había mantenido o incluso crecido ligeramente sin un aumento del número de empresas. Es decir, el empleo creció sobre todo por la expansión de algunas grandes empresas de la reindustrialización, mientras la industria en su conjunto mostraba una importante incapacidad para generar (ya fuese por iniciativas endógenas o exógenas) nuevas empresas. En este contexto, contar con un espacio adecuado para la instalación de empresas es importante, pero hace varias décadas que la literatura sobre desarrollo regional considera que éste no es el principal factor de localización y mucho menos para la atracción del tipo de empresas que buscan el desarrollo de productos de elevado valor añadido y una mayor vinculación al territorio. Me parece que lo que se impone es consolidar y atraer nuevas empresas sobre la base de las posibilidades que ofrece el entorno para desarrollar proyectos empresariales creativos, aprendiendo de las empresas existentes más dinámicas y comprometidas con el territorio. Finalizar Parc Sagunt es importante, pero no es suficiente.

¿Cuál es la responsabilidad de la esfera política en esta situación y cómo la sufre ella misma? Mi sensación es que en el último cuarto de siglo la mayor parte de nuestros representantes políticos en el ayuntamiento saguntino consideraban, de forma a menudo implícita, que el desarrollo del sector industrial quedaba en gran medida fuera de su competencia, dado que dependía de las iniciativas económicas de las administraciones regional y central en la zona, como ocurre con Parc Sagunt. Esto es un reflejo de aquella concepción industrial dominante, al tiempo que ha contribuido a su desarrollo, aunque también puede traslucir la gran dificultad para urdir un discurso alternativo (y ahí alguna responsabilidad tienen quienes han estudiado el proceso). La propia clase política ha sido en gran medida víctima de esta situación, como lo evidencia la defensa cerrada de proyectos (externos) que anulaban realmente la autonomía local, a falta precisamente de una alternativa (local) mejor que ofrecer a la ciudadanía. Otros actores sociales y económicos, tampoco han podido permanecer al margen de esta lógica perversa. Era casi imposible salvarse de la misma. Afortunadamente, creo que la situación ha comenzado a cambiar en los últimos años, pero lo cierto es que la resultante de este proceso es que durante mucho tiempo se ha tenido escaso control e influencia en las decisiones efectivas adoptadas en instituciones y ámbitos fuera de Sagunto de los que depende nuestro futuro, porque no se ha respondido colectivamente. Así ocurre con parc sagunt, pero también con el puerto comercial y con otros ámbitos económicos, culturales, etc.

En definitiva, a diferencia de lo que ocurrió con las crisis económicas estructurales del siglo XX en las que la industria también tenía un marcado carácter exógeno, en la última crisis la capacidad de incidencia de la población local sobre el devenir de los acontecimientos está siendo sustancialmente menor. Y este es el reflejo de que la gobernanza (el proceso de coordinación y de toma de decisiones sobre los asuntos que afectan a la ciudadanía) hoy ya no es local, sino multinivel. Y esto exige no únicamente tener presencia en los organismos sobre los que se toman las decisiones (en los que me consta el gran esfuerzo que se ha hecho al respecto desde hace más de una década), sino en conseguir que el desarrollo industrial saguntino se convierta en un objetivo importante para otras administraciones públicas regional, nacional o europea. No olvidemos, que la Unión Europea se enfrenta a un grave problema de desindustrialización y que la economía saguntina había mostrado un relativo buen comportamiento a este respecto hasta fechas recientes y podría ser incluso un referente.

Algunos actores públicos y, sobre todo, los agentes sociales, han realizado importantes esfuerzos por propiciar partenariados locales desde hace dos décadas. Ahora bien, para conseguir tener influencia externa hace falta tener cohesión y coherencia internas, no sólo en el plano social sino muy especialmente en el político. Hace falta ir construyendo un proyecto colectivo de sociedad liderado por los partidos políticos. Esto último requiere de una cierta estabilidad, no sólo de las mayorías políticas sino también en torno a una serie de principios y de estrategias, sin las cuáles es muy difícil construir ese proyecto. Se impone, pues, una discusión colectiva, seria, informada y sosegada sobre el modelo industrial saguntino, si de verdad se quiere tener alguna incidencia proactiva (propositiva) y no sólo reactiva (de respuesta a las actuaciones de otros) sobre el mismo.

Por supuesto, la crisis industrial no es el único problema económico de esta sociedad. E incluso la forma de enfrentarla incluye actuaciones de más amplio calado, que tienen que ver con el ámbito del desarrollo local y el desarrollo socio-económico en general. En este sentido, una buena forma, a mi juicio, de iniciar una nueva respuesta política a la crisis industrial podría consistir en un reforzamiento de la cohesión y la coherencia internas, pero no sólo de Sagunto sino del Camp de Morvedre en su conjunto. Desde esta perspectiva, resulta difícil de entender que hasta el presente la comarca no haya contado con un Pacto Territorial por el Empleo, que aglutine a las administraciones públicas y a los agentes sociales, y a otro tipo de organizaciones de la sociedad civil que deseen adherirse. Estos Pactos se han revelado como un importante instrumento de desarrollo de la confianza, del capital social o de conformación de un proyecto comarcal en muchos de los espacios en que se han puesto en marcha. En algunas comarcas valencianas, incluso la desaparición del programa oficial de Pactos no ha impedido la continuación de las actuaciones. Desde esta perspectiva, la organización local y comarcal de los agentes sociales y políticos, con el liderazgo de estos últimos, en pro de la restitución y reforzamiento por el gobierno regional de este programa, y de la creación de un Pacto Territorial por el Empleo del Camp de Morvedre, podría ser una iniciativa muy apropiada. Además, y a diferencia de otras comarcas, aquí podría ser más factible involucrar de forma activa a algunas grandes empresas en el proyecto, lo que reforzaría su alcance no sólo interno sino externo. La eventual inclusión en el Pacto, desde sus inicios o en un momento inmediatamente posterior, de la comarca del Alto Palancia daría solidez al proyecto porque ayudaría a esclarecer el mapa de Pactos.

Por último, la reciente recuperación pública y local de la Gerencia constituye una oportunidad para hacer de la misma un espacio cultural, social y económicamente vibrante, y eventualmente integrado al patrimonio industrial. Esto podría hacer una contribución esencial a la dinamización de la industria y de la economía local. Ya sé que esto cuesta dinero, pero más importante que el dinero es la voluntad social y política en favor del desarrollo de proyectos participativos.

Los lectores interesados en este tema podrán encontrar una versión sintética en valenciano de este artículo en el nº 402 de la revista Saó, y un artículo mucho más amplio en el próximo número (el 51) de la revista Braçal, del Centre d’ Estudis del Camp de Morvedre.

Juan Ramón Gallego Bono
Universitat de València

 

 

SUCESOS

SALUD