El resplandor
Necesitaba una palabra global, para proponer con ella el lanzamiento nacional de la recuperación moral, la ética de los políticos y la entrada de la luz en las administraciones públicas españolas (incluida la catalana).
Una palabra que siempre me cautivó fue Glasnost (Transparencia), la encontró Mijail Gorbachov para su revolución nacional y administrativa del extinto estado comunista ruso. El amplio significado de Glàsnost “transparencia, claridad y apertura” debería ser adecuado para este puto país de enanos y mierdecillas corruptos, pero no.
A Gorbachov, la Glàsnost, solo le sirvió para que la corrupción del estado comunista pasase con personas y vicios, al nuevo estado capitalista. Y me pregunto… ¿ No pasaría lo mismo en España (Cataluña incluida)? Ante esta duda, desecho la Glásnost incluidas las palabras transpariencia, claridad y apertura.
De hecho ya nos pasó con “La Transición”, se pasaron con todo su bagaje del Estado fascista al democrático todos sus mamones, rastreros y corruptos; unos a Alianza, al PSOE, otros al PCE, y el resto a otros, pasando de oca a oca para recolocarse en sindicatos y administraciones, era el nuevo régimen… de mamones.
He repasado el diccionario en busca de mi palabro salvador, y ya tenía una que me parecía adecuada, “resplandor”, que significa “Luz muy clara”, sus sinónimos son: lucimiento, fulgor, luminosidad, diafanidad, claridad, y sus antonimos: Opacidad, oscurecimiento, sombreamiento, eclipse, nebulosidad, oscuridad, tinieblas. Ya ves amigo, parece perfecta, mucho mejor que la Glàsnost de Grobachov.
Y si digo mejor, es porque tenemos más mierda que la que tenían y tienen los rusos. ¡Maldita sea!
Resplandor para que entre luz donde hay oscuridad y tinieblas. Me parecía perfecta la palabra, pero me sobrecoge un terrible miedo, que al igual que en el famoso film “El Resplandor” de Kubrick, ya no se diferenciar lo que es sueño o realidad, o si estamos todos locos.
Y si no lo estamos, necesitamos rayos de resplandor en las mentes de nuestros políticos, de nuestros gobernantes, opositores, sindicalistas, empresarios… y sobre todo que nadie entre en la habitación 237.
