Nikita-V, Quico y el menda en Düsseldorf

Jueves, 25 Julio 2013 00:58

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Estimado señor presidente:... Los materiales situados en Cuba a que usted se ha referido y que constituyen el motivo de su preocupación, están en manos de oficiales soviéticos. Por lo tanto, queda excluido cualquier uso accidental de los mismos con daño para Estados Unidos… Yo estimo que es posible poner fin rápidamente al conflicto y normalizar la situación de modo que los pueblos puedan respirar más fácilmente considerando que los hombres de estado responsables tienen buen sentido, plena consciencia de sus responsabilidades, capacidad suficiente para resolver cuestiones complicadas y no habrán de dejar que los acontecimientos desemboquen en la catástrofe de una guerra… Estas son, pues, mis proposiciones, señor presidente.
 
                          Suyo, respetuosamente, 26 de octubre de 1962, Nikita Kruschev
 
Estos son unos párrafos de la histórica carta de Nikita al presidente Kennedy de los EEUU, durante la crisis de los misiles en Cuba. El mundo les debe a estos dos grandes estadista la evitación de una tercera guerra mundial con resultados catastróficos imprevisibles, se les debe el actual estatus de control de la proliferación de armas atómicas y algo que nadie puede evaluar; el de haber estado en esos momentos, mandando en los dos paises mas poderosos de la tierra, estos dos hombres tan diferentes, pero buenos y pacificos, Nikita y Kennedy. A uno se le asesinó y al otro se le “purgó, era el estilo que entonces empleaban estos dos grandes países (con sistemas de sociedad tan diferentes y enfrentados) para retirar a los que no les convenía al establishment dominante, así de claro.
 
Mientras esto ocurría, el menda disfrutaba de unas vacaciones de dos meses en la playa del Puerto de Sagunto con los ojos puestos en las turistas francesas, única especie femenina en la península “en culotte et soutien-gorge » llamado pomposamente "Bikini". Días antes, el tren borreguero, procedente de Barcelona paró unos minutos en la estación de Sagunto sobre las 8h de la mañana un día de Julio del verano de 1962, descendí del tren con mi maleta procedente de París donde había residido 9 meses en un “Hogar de juventudes estudiantes y jóvenes trabajadores” subvencionado por el estado francés al 40%. Mi intención era pasar los meses de verano en casa de mis padres, casas de Menera junto al malecón, y retornar a Paris en el mes de Septiembre u Octubre, dependiendo de los fondos ahorrados en francos nuevos. Ya no recuerdo quien y como me informó que en las CENS (Sindicato vertical, o Central Nacional Sindicalista), había una comisión de técnicos alemanes que contrataban soldadores para trabajar en Alemania.
 
A primeros de Octubre me dirigía en tren hacia Düsseldof, la comisión de alemanes “alts i rossos”, me habían contratado de soldador para una empresa fabricante de vagonetas para canteras y minas, torres de media y alta tensión galvanizadas. La empresa estaba ubicada en un precioso y verde pueblo cercano a Düsseldof, de unos 1000 habitantes. El contrato que era de dos años, no lo cumplí. Cuatro meses más tarde me encontraba en una pensión de una de las calles cercanas al puerto de pasajeros de Róterdam, en Holanda. No hace falta decir que era “culo de mal asiento”, al menos eso era lo que mi madre me echaba en cara. Mi objetivo o lo que tenía en mente era embarcar en uno de los doscientos barcos que entraban cada día en el mayor puerto del mundo, nueve barcos cada hora. Esto lo dejamos aquí, porque lo que me interesa es dar la bienvenida a Quico Fernandez a esta sección de blogueros de Eleconómico y de alguna manera contar mi experiencia respecto al trato que sentí recibir por el pueblo alemán en el año 1962, como extranjero, como español y como emigrante.
 
“Bienvenido Quico”.
 
La emigración a Alemania de los trabajadores españoles en los años sesenta, marca grandes diferencias sociales y legales, principalmente respecto a la inmigración de africanos y sudamericanos hoy en España. Alemania desplazaba con mucha frecuencia a comités de contratación, contrataban legalmente, te pagaban el viaje y te acompañaban durante el viaje hasta la residencia, casa o habitación, te introducían en la empresa y te facilitaban a un intérprete. La foto adjunta grande corresponde a la plaza junto a la estación de buses en Düssendorf, y la pequeña el día de Navidad con mi amigo Antonio, de Puzol en frente de los barracones residencia de solteros junto al pueblo y cerca a la fábrica. A los solteros nos disponian en barracones de madera que poseían habitaciones con calefacción, dos camas, dos armarios y un lavabo. Los servicios de duchas y WC estaban en espacios comunes, también poseían una cocina amplia común, y un salón de TV y juegos común, el mismo local hacia de servicio de comedor. Esto comparado con los servicios y contratos que España ha dado a los emigrantes extranjeros en el año 2.000, cuarenta años después, es por supuesto infinitamente mejor trato que a los inmigrantes que tenemos alojados en pocilgas e invernaderos.
 
La madre de Quico no le mentía, ni le contaba ninguna milonga, además del frio sintió más de una vez la mirada de desprecio incluso con frases y a veces con hechos, cierto Quico. Todo eso lo he sentido yo en directo, no me lo cuenta nadie. Pero en Alemania, en Francia, en Suiza, en Norruega, en Holanda… y en España por no ser “del pueblo” por ser forastero. Este desprecio es la piel y la hiel de las confrontaciones, el rencor y las guerras, la exacerbación y la cultura de los nacionalismos. La cultura de los nacionalismos, no es la cultura de las costumbres, del foclore, de la historia, del arte, no necesitamos a los nacionalismos para sentirnos identicos. Los avivadores del odio xenófobo, andan uniformemente repartidos por el mundo directamente proporcional a la cultura nacionalista, y donde la identidad cultural local se glorifica en exceso y no se instruye sobre lo universal.
 
También he recibido ayuda, comprensión y amistad en las diferentes pueblos y culturas en los que he estado, bastante más que desprecios. Concretamente en Alemania y en Düsseldorf en ese año 1962, no fueron pocas las veces que al terminar “mein großes Bier”, el camarero me ponía otra sin haberla pedido, poco mas allá había un alemán “alt, ros i gros”, que me saludaba con una sonrisa y una invitación. Hay buena gente exenta de odios y prejuicios por el sitio donde se nació en todos los lugares, y hay xenófobos de diferente grado, que andan repartidos por el mundo, sin que haya diferencias proporcionales en las clases sociales, hay xenofobia entre los trabajadores, entre los patrones, entre los cultos y los ignorantes. Quizas, hay mas xenofobia donde el extranjero compite con el nacional por el trabajo, el negocio o las prestaciones sociales. El nacionalismo diferenciador y xenófogo es simplemente egoista, interesado en marcar su terreno, limitar derechos a los otros.
 
¡Viva el barrio de La Marina!    ¡Coño, ya me salió la vena nacionalista!
 
 

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Modificado por última vez en Jueves, 25 Julio 2013 11:44
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