Sin ti no soy nada

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 08 Marzo 2024 21:02

No son tiempos fáciles para el presidente del Gobierno. Los castillos de naipes también caen cuando se abusa de su equilibrio. La imposible armonía a que se somete, semana tras semana, este Gobierno es una continua amenaza a su estabilidad y, como consecuencia, a la de todos los españoles y a la del país que nos da cobijo.

La trama de las mascarillas acabará dando al traste con el Gobierno de Pedro Sánchez, pero que nadie se haga ilusiones de que esto pueda ocurrir en el corto plazo. A él no le interesa, pero a sus socios de gobierno tampoco. Nunca van a verse en mejor situación de la que ahora tienen y una convocatoria electoral acabaría con el paraíso político del que ahora disfrutan.

Ya dijo la semana pasada el PNV que no iba a dejar caer a Sánchez de la misma forma que hizo caer a Rajoy. La lectura es sencilla: con la errática andadura del partido vasco en esta legislatura, tanto en Madrid como en Euskadi, y el incierto resultado del proceso electoral de abril, cualquier apoyo es bueno. Lo único que parece que puede darse por cierto es que no habrá mayoría absoluta en las elecciones vascas y hasta parece que el PNV puede no ser la fuerza más votada, con lo que no debe prescindir de un potencial apoyo del PSE para formar gobierno. Romper ahora con ellos, sería firmar su adiós definitivo.

Sea como sea, la mancha crece a la espera de que una noticia de mayor calado pueda dejarla en un segundo plano y evitar que abra, día tras día, las portadas de los principales medios de comunicación nacionales. Sánchez se apresuró tanto en separar a Ábalos que alguien puede pensar que va a hacer lo mismo con cualquier nombre que la prensa pueda airear. Ni de lejos. Si había alguien más que tuviese que sufrir las consecuencias, ya han encontrado al secretario general de Puertos del Estado como alma propicia para pagar los platos rotos. Puede leerse que, con eso, el Gobierno da por acabada la crisis, por mucho que la fiscalía, española y europea, siga investigando un asunto que tiene muchas más sombras que luces.

¿Y Armengol? Nada de nada. Continuará hasta el juicio final. La caída de Armengol sería el fin de la era Sánchez. Y él lo sabe. Con ella, por muchas sospechas fundadas que pueda haber, no va a seguirse el mismo procedimiento que con Ábalos. Aunque pueda parecer mentira, le tiene más miedo. Y ya no es por lo que ella pueda significar en el panorama político español (donde no deja de ser la tercera autoridad del Estado), sino porque con ella se mantiene el sensible equilibrio con sus socios y anexos que difícilmente iban a aceptar otra presidenta del Congreso. Si Armengol cae, Sánchez irá detrás. Y ya sabemos que, para Sánchez, resulta creíble la caída de cualquiera que no sea Sánchez ni que pueda arrastrarlo, aún más, al abismo.

Con todo esto, la legislatura se hace cada vez más opaca. Ni se ha visto la luz hasta ahora ni parece que pueda vislumbrarse en un futuro cercano. Llegados a marzo, el proyecto de Presupuestos Generales del Estado aún no tiene ni forma ni color. El proceso de negociación de la amnistía centra todo el protagonismo de quienes deberían estar centrados en mejorar la vida de los españoles (de todos) y no hay tiempo para entrar en otro tipo de negociaciones. Golpes como el de la semana pasada, en que el Congreso aprobó, de nuevo, la reprobación del ministro Marlaska, con la abstención de Junts y de Podemos, no se pueden repetir. Y meternos en arenas movedizas proponiendo la aprobación de las cuentas del Estado no entra en los planes inmediatos de Sánchez.

Ahí andamos y ahí andaremos durante los próximos meses. Las elecciones vascas y, pocas semanas después, las europeas, son un examen en el que el Partido Socialista no puede permitirse sacar una pésima nota como ocurrió en Galicia. Toda piedra hace pared, pero cuando las piedras te caen encima, una vez tras otra, pueden llegar a hacer mucho daño.

Es innegable que un Gobierno así no puede garantizar un futuro estable para nadie. Si no fuera por las ideas peregrinas de Yolanda Díaz, podría decirse que el Gobierno está fuera de cobertura. Y lo está. Fuera de cobertura y fuera de onda. Por si algo nos faltaba, la transfiguración de Yolanda en Casimiro y su pretensión de mandarnos pronto a todos a la cama, demuestran un escaso conocimiento patrio y ninguna sensibilidad con nuestras costumbres. Confío en que la siguiente idea sea abrir antes las panaderías, porque como nos hagan ir a dormir tan pronto, vamos a tener hambre muy temprano.

Bromas aparte, el estado de la Nación se agrava día tras día. Tenemos un país paralizado y un Gobierno cercado por un gravísimo caso de corrupción (que hay que recordar que no es el único) y continuamente presionado por sus socios. Y así no hay progreso ni futuro. Por eso, digan lo que digan y caiga lo que caiga, Sánchez mira a Armengol con ojitos brillantes y le dice, sin hablarle, «sin ti, no soy nada».

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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