Huir del ruido, perseguir la verdad

Escrito por María José Carrera Garriga
Viernes, 20 Octubre 2023 21:05

El pasado mes de junio se publicó una encuesta que situó a «los problemas políticos en general» como la tercera preocupación de los españoles con un 22,1%, sólo superada por el paro (33,9%) y el precio de la energía (33,7%). Un alarmante dato que se agravaba al ver cómo «el mal comportamiento de los políticos» (10,9%) ocupaba la quinta posición por detrás de la sanidad (16%) y el siguiente problema para los españoles era «lo que hacen los partidos» (7%).

Desafortunadamente, la política está cada vez más desprestigiada y aumenta la lejanía empática entre la clase política y la ciudadanía. Que tres de las seis primeras preocupaciones de la sociedad se centren en la acción política es algo que debe ser objeto de reflexión.

Son varios los motivos que argumentan esta desafección y muchos de ellos parten del comportamiento político. No podemos estar batallando diariamente, tampoco podemos perder la coherencia o la memoria de nuestros ideales y, principalmente, la clase política no puede actuar como si llevara un impermeable emocional, donde todo vale con tal de ganar votos.

Tengo claro que hay que cambiar la forma de hacer política. La ciudadanía ya no quiere la política casposa (tal como la conocemos) de siempre embroncados. El ruido se ha convertido en el modus operandi de muchos políticos pensando que, si se repite muchas veces una mentira, ésta acabará pesando como verdad en la conciencia general. Y si eso no sucede, no pasa nada, siempre se puede decir que la fuente de la noticia venía firmada por un periodista o que es una estrategia de marketing… No pasa nada por rectificar, parte del daño ya está hecho, pues siempre algo queda cuando conscientemente se da crédito a un bulo.

Yo crecí con una forma de hacer política diferente. Claro que había discursos elevados de tono, intervenciones públicas encendidas, pero casi todas tenían un fondo bien fundamentado que legitimaba ese todo más abrupto de lo normal. Hoy, en cambio, vivimos un proceso acelerado de políticas populistas que únicamente buscan el enfrentamiento sin darnos cuenta de que, cuanto más gruesa es la palabra, más fina será la razón que la sustente.

Por suerte, la escala local algo escapa de esta vorágine y es por ello por lo que aún sigo siendo una firme defensora de ella. Quizá la gran política (y todo lo nocivo de ella) se mantiene cuando se vive lejos de la realidad de la calle, pero es imposible sostener una mentira cuando tus vecinos y vecinas te miran a los ojos. Es lo bonito de hacer política local. No se trata de cambiar el mundo, sino de hacer mejor el día a día de tu mundo. Ese en el que te mueves, donde intentas que haya prosperidad económica para que no falten oportunidades laborales, pero para que ésta también signifique mejores servicios públicos.

Creo en la política de proximidad como contraposición a los discursos procedentes de las grandes atalayas, creo en reducir la distancia entre gobernantes y gobernados y, sobre todo, creo en el diálogo frente a la imposición. Es por ello que, frente a esta crisis de credibilidad política, las personas que nos dedicamos a la política debemos ser quienes demos un paso adelante para evolucionar y dejar de vivir del pasado.

No podemos seguir actuando como venimos haciendo porque eso sólo nos llevará a hacer realidad la ficción de Ensayo sobre la lucidez, que escribió José Saramago. Aquella en la que una ciudad dio la espalda a los políticos con su mayoritaria inacción durante unas elecciones.

Para que eso no suceda, debemos recuperar el sentido original de la política y preocuparnos por los asuntos públicos con honestidad, apartando rencillas ajenas al interés de la ciudadanía y creyéndonos el potencial que tenemos como conjunto. Quizá sea tiempo de escuchar más y hablar menos, de mirar más al futuro con optimismo y desanclarnos de un pasado reciente que, desde luego, no nos ha hecho mejores.

María José Carrera Garriga
Primera Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Sagunto

 

 

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