A vueltas con la playa

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 06 Agosto 2021 21:03

Siempre he estado a favor de descentralizar al máximo las gestiones de la Administración. No solo porque el principio de subsidiariedad de la Unión Europea así lo determine, sino porque considero que es mucho más sencillo gestionar desde la cercanía. Puede ser por eso que la política municipal ha sido siempre la que más me ha atraído por cuanto supone una proximidad al ciudadano de la que no gozan otros niveles administrativos.

Ahora bien, igualmente tengo claro que no todo puede gestionarse desde el nivel local y que, en muchos casos, es contraproducente hacerlo así. Hablo, como ejemplo, de la regeneración de las playas de Almenara y Sagunto, proyecto que se pretende afrontar de manera individual cuando es más que evidente la afección que tienen entre sí una y otra playa.

Si los límites de término municipal suelen suponer problemas de gestión para las alcaldías, por cuanto marcan una línea de la que no se puede pasar, cuando esos límites coinciden, como ocurre en nuestra comarca, con los provinciales, el problema aún se agrava más. En ese caso, el nivel directamente superior, dentro de la Administración Local, ya no sirve, puesto que las diputaciones, que podrían actuar como catalizador del problema, también son diferentes.

La única solución, en ese caso, puede ser la búsqueda consensuada de soluciones que no todos están dispuestos a admitir, ya sea para la reparación de un camino (tengo una anécdota paradójica al respecto, pero ya la contaré otro día), una acequia o para la regeneración de una playa.

A veces, parece olvidarse que siguen existiendo los ministerios y que siguen teniendo competencias ejecutivas en el territorio. Precisamente, la gestión del dominio público marítimo-terrestre corresponde a la Administración General del Estado, lejos de verse afectada por distribuciones competenciales a otras administraciones.

Así, cuesta entender que se trace una línea entre las playas de Almenara y las de Sagunto, generando un perjuicio en estas a cambio de lo que se supone un beneficio en las otras. No voy a entrar a valorar la necesidad de la actuación, que no discuto en absoluto, ni la idoneidad de la solución adoptada. Pero sí que quiero incidir en la necesidad de que ambos proyectos se desarrollen de forma conjunta o, al menos, que se tengan en cuenta las alegaciones de todos antes de iniciar la ejecución del proyecto.

Desnudar a un santo para vestir a otro no parece que deba ser uno de los principios de la política territorial. Si las mejoras en la costa norte van a generar, a sabiendas, perjuicios en la zona sur, el proyecto carece de sentido. Más aún si consideramos que esos perjuicios deberán ser resueltos en un plazo razonable (iba a escribir “breve”, pero ya sabemos qué es la brevedad en estos casos), con el consiguiente sobrecoste, tanto de actuación como de tiempo de espera.

Sería, sin duda, más sencillo, afrontar un proyecto conjunto que, considerando todas las necesidades, actuara de manera simultánea, evitando problemas artificiales a un entorno que lleva ya muchos años pretendiendo despegar en el panorama turístico de sol y playa e invirtiendo importantes recursos en una buena gestión del litoral.

Desde pequeños, se nos enseña a que no hay que echar a la calle lo que barremos dentro de casa, porque pasar el problema al vecino no es la solución. En este caso, desde la Administración debemos aprender a dar soluciones conjuntas a problemas colindantes, como es el del caso que nos ocupa. Solucionar Almenara para estropear Sagunto es malversar una cifra importantísima de recursos, tanto de forma directa, como indirecta, como de reversión del daño causado.

Alguna vez será cuestión de volver a afrontar el territorio como una unidad, con independencia de las fronteras administrativas que, hay que recordar, no son propias del territorio sino impuestas por la propia Administración. Que los Ayuntamientos con playas no tengan capacidad íntegra para poder gestionarlas o aprovecharlas debe suponer que hay un órgano administrativo de carácter superior que se reserva esa competencia para el bien común. Y me parece perfecto que así sea si, de verdad, así se aplica cuando es necesario como lo es en este caso.

Confío que estamos aún a tiempo de que se dé otra vuelta al tema y, con los ajustes necesarios, la actuación se realice de forma conjunta y coordinada. Solo así será posible evitar un mal mayor y un conflicto interadministrativo a vueltas con la playa.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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