A la memoria de don Eduardo Cecilio Manzano Álvaro

Escrito por Benjamín Ordaz Barrachina
Lunes, 12 Julio 2021 12:51

A la memoria de don Eduardo Cecilio Manzano Álvaro, que fue muchas cosas en su vida profesional, pero especialmente por haber sido el director y el alma de aquella Escuela de Aprendices de Altos Hornos.

Fue un tiempo en donde aquella juventud aprendió a aprender, y a saber. En el reencuentro con los que fueron nuestros alumnos, los aprendices -cosa que sucede muy a menudo­- hoy en día, todavía está presente el cariño que se funde en el recuerdo, con la satisfacción  honda del sentir que de quienes fuimos sus profesores que aquellos años no han caído totalmente en el vacío, habida cuenta que todo aquel clima educativo que les sirvió para nutrir en mucha parte sus vidas personales y profesionales.

Querido amigo Eduardo, el pasado domingo, día 4 de julio te has ido. Eras profundamente cristiano. Allá en donde estés espéranos. Al  despedirnos de ti -nos fuiste preparando sin palabras para afrontar tu muerte- lo hicimos con silencios anunciados y profundos, con la paz y el sosiego de quienes hemos contribuido a esa hermosa misión, la Educación, en la que Dios te asignó ejercer tu papel de liderazgo.

Tu obra, Eduardo, tiene, además, raíces que hacen revivir nuestras impresiones. Cuando nos reunimos en nuestros fraternales almuerzos algunos de los profesores de entonces, Juan Carlos, que recogió el testigo y te sucedió en la Dirección de la Escuela, suele decir - con la ironía que lo caracteriza- “… venga chicos... hoy tenemos claustro…” Y Luis Guillem, el carismático Luiso, cuando ya la enfermedad se te había adelantado, te llamaba a Alicante y por teléfono te decía con cariño: ¿cómo vas MAESTRO? Y tras bromear y darte ánimos, luego nos cedía la palabra a los demás, quienes intentábamos entre bromas  seguir animándote. Aunque paradójicamente, tras la muerte de Marina, eras tú quien me decías con aplomo: “Benjamín, sé fuerte… tienes que cuidar de tu tropa… se refería obviamente a mi familia.

En fin, nos ha quedado tu recuerdo, Eduardo. Fuiste, como decía el filósofo Aristóteles - al que tú leías y sobre él tantas veces hablábamos- CAUSA EFICIENTE, porque tu ejemplo de vida y tu obra personal lo demostraron. Es difícil poner palabras a las líneas de las sombras, pero quedaran para siempre tus mensajes hiperbólicos, en cuya sintaxis se entremezclaban tus frases en latín, tus disquisiciones filosóficas, tu sabiduría y tu profunda inquietud cristiana.

Rememoraremos siempre tus consejos sabios. Y aunque ello no predetermine forzosamente nuestras vidas futuras, la sublimidad de tu ejemplo sí circunscribirá el ámbito común de quienes fuimos tus amigos, el personal docente y no docente de aquella Escuela de Aprendices, muchos de ellos ya fallecidos, pero en cuyo nombre y en el de los que quedamos todavía vivos yo me he atrevido a escribir estas líneas como un pequeño tributo de homenaje y reconocimiento de tu persona, que al menos también contribuya a reconfortar a tu querida familia.

Descansa en paz Eduardo. Que Dios te acoja en su seno.

Benjamín Ordaz Barrachina

Modificado por última vez en Lunes, 12 Julio 2021 18:28

 

 

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