Pautas para dormir bien

Escrito por Vicenta Enguix Torres
Lunes, 01 Marzo 2021 12:06

«El sueño es imprescindible para reparar el cuerpo a todos los niveles».

El ser humano pasa (o debería pasar) un tercio de su vida dormido. Ese dato demuestra hasta qué punto el sueño influye en la salud de las personas. Dormir bien es fundamental para descansar y llevar una vida sana. Pero si algo falla por la noche, debemos activar las alarmas. Las consecuencias que la falta de sueño provoca en el cuerpo y en la mente humana pueden ser serias. Bajo rendimiento, falta de concentración, mayores tasas de accidentes laborales, depresión, ansiedad, problemas digestivos, enfermedades coronarias… son algunas de ellas.

Desde el punto de vista físico, dormir bien implica un descanso reparador para los músculos. Durante el día estos se fatigan, y durante la noche recuperan la energía perdida. Mientras dormimos, tienen lugar procesos metabólicos e inmunológicos imprescindibles para mantenernos sanos: El cuerpo se relaja y eso facilita la producción de melatonina y serotonina, que contrarrestan los efectos de las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol). Además, dormir fortalece las conexiones neuronales, ayuda a liberar células grasas, favorece la circulación sanguínea… y todo esto redunda en un mejor estado de salud. El sueño también tiene efectos beneficiosos sobre el sistema inmune, que es nuestra primera línea de defensa ante las infecciones.

El funcionamiento del sueño está vinculado a los ritmos circadianos. Uno de ellos es el ritmo del sueño. Para que este sea lo más exacto posible, deben existir unos sincronizadores externos (horarios de comida, de trabajo, de rutina social…) e internos perfectamente integrados entre sí, ya que cualquier pequeño cambio (turnos de trabajo, de hábitos, viajes largos, por ejemplo) puede alterar este equilibrio. Y si el sueño es inadecuado, el resto de ritmos del cuerpo acabarán por descuadrarse.

Por eso es clave mantener una buena higiene del sueño, es decir, cumplir con una serie de hábitos y actitudes que nos permitan descansar bien por la noche y dormir profundamente. En el caso de los adultos, por ejemplo, es importante dormir entre seis y ocho horas diarias.

El sueño no es llegar a la cama y dormir. Si durante el día no estoy activo, si no he hecho desgaste físico ni mental, cuando llegue la hora de acostarme igual ni tengo ganas. Es necesario que exista este contraste entre día y noche para que el descanso sea plácido.

Qué ayuda (y qué no) a dormir: Regularidad. Realizar las actividades que hacemos en el día siempre a la misma hora. El deporte, por ejemplo, favorece un sueño reparador, pero es importante controlar cuándo lo hacemos. Lo idóneo es que no pase de las ocho de la tarde. Es conveniente estar expuestos durante el día a luz solar y evitar por la noche la luz azul (la que emiten los dispositivos electrónicos). Sincronización de los horarios entre semana y días festivos. “Si cada fin de semana cambio mis horas de levantarme, las comidas y cenas, el ejercicio… doy señales erróneas al cuerpo que pueden acabar por descuadrar mis hábitos de sueño”.

Vicenta Enguix Torres
Psicóloga

 

 

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