Preguntas sin respuesta

Escrito por Francisco Gómez Caja
Viernes, 20 Noviembre 2020 20:02

Quizás los problemas de este mundo serian menos si nos hiciéramos más preguntas, lamentablemente a las dudas no les buscamos respuestas. Si tenemos las soluciones a las inquietudes que un grupo de personas tienen por toda la humanidad, y estas habría que trasmitir y compartir, sobre todo con los más jóvenes ya desde la escuela, para que tuvieran una mejor visión de lo que acontece en este mundo, en una palabra, para hacerles pensar más y memorizar menos, haciéndoles partícipes y responsables y alejarlos de un mundo virtual y de una sociedad que les induce a la violencia, al botellón y a las drogas.

Hace ya cincuenta años una asociación privada encargo a un grupo de científicos e investigadores dar respuesta a las preguntas: ¿Hay un límite al crecimiento? ¿Hasta qué punto podemos seguir consumiendo como hasta ahora? ¿Existe una barrera imposible de atravesar? Y después de dos años la respuesta resumida fue: Si la industrialización, la contaminación ambiental, la producción de alimentos, el consumo de los recursos sigue las tendencias actuales con la progresión de la población mundial, este planeta alcanzara los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. La solución sería un súbito descenso tanto de la población como de la capacidad industrial. Nuestro planeta está espacialmente condicionado a la explotación de recursos (alimentos y recursos no renovables son limitados, y se puede producir una saturación de los sumideros que absorben elementos contaminantes). Seguir con nuestra tendencia, nos aboca a una “situación crítica de la actual civilización”. En 1970 cuando se hizo este estudio la población mundial era de 3.600 millones en la actualidad es de 6.000 millones, y seremos 8.000 millones en el 2050.

Se propuso entonces a los líderes del tercer mundo aceptar los métodos de control de natalidad (planificación familiar) pero no se aceptó. Por esto alguien después preconizaba una reducción drástica de la población mediante una guerra bacteriológica, para recuperar los ecosistemas. (¡¿Quizás lo que no se hizo entonces, este en marcha ahora?!).

Durante estos cincuenta años pasados la pasividad humana y política, ha permitido seguir con nuestros hábitos de producción y consumo, y actualmente se plantean unas exigencias en recursos y consumo que el entorno limitado del planeta no satisface. Porque el agua, el aire y el suelo se han degradado debido a la contaminación química, el cambio climático cada día es más patente y los suelos han perdido su fertilidad. Esto hace que las desigualdades sociales se agudicen, ya que igualmente hay una apropiación indebida de bienes y riquezas de la elite a nivel mundial hacia los países más débiles y necesitados, esto hace que aumenten las diferencias entre ricos y pobres.

Nuestra realidad es la sociedad de consumo asociada a la idea de bienestar, donde hemos sustituido la necesidad por la demanda, “privilegiando lo no necesario”. El crecimiento se ha convertido en la religión oficial, y nuestro fundamentalismo es muy peligroso, porque nuestro dogma de fe es “Progreso, desarrollo, y crecimiento son principio, medio y fin en sí mismo”

Hay un reciente artículo firmado por 15 mil científicos de 184 países que resumiendo dice: “Estamos poniendo en peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo material, y por no darnos cuenta de que el alocado crecimiento de la población mundial es el principal impulsor detrás de la mayoría de amenazas ecológicas e, incluso, sociales”. La humanidad afronta actualmente una alteración de los ecosistemas y ciclos vitales de la biosfera, inducida de forma determinante por las lógicas de crecimiento ilimitado e indiscriminado del desarrollo humano. Aunque la cuestión no es cuantas personas cabemos en el planeta, sino el impacto ambiental que causan. Un estadounidense produce un impacto ambiental mil veces mayor que un somalí. Este impacto ambiental está produciendo un aumento de la temperatura del planeta, y si esta sube cuatro grados, es extremadamente improbable que evitemos una mortandad masiva.

Desde hace un tiempo se nos está diciendo que pronto será demasiado tarde para reducir nuestra trayectoria hacia el fracaso. Esta civilización no ha sabido limitar el crecimiento de la población, no ha conseguido revaluar el papel de una economía enraizada en el crecimiento continuado, no ha logrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, no ha incentivado a tiempo las energías renovables, no ha protegido el hábitat, restaurando los ecosistemas, frenado la extinción de especies, y todo porque los intereses dominantes, que no los nuestros, han ido en sentido totalmente opuesto.

Y ante estos vaticinios nos encontramos con el COVID 19. Un arma biológica de destrucción masiva que ya ha producido un millón de muertos, y que además potencia, incrementa y expande un miedo y también un descontrol quizás desproporcionado y excepcional entre la población, algo que se traduce en un imparable caos con repercusiones muy graves en la sanidad, en la política, y en la economía, que ningún organismo institucional sabe controlar, o no quiere. Podemos y debemos seguir haciéndonos preguntas, aunque verdaderamente no tengan contestación, pero sembraran inquietudes. Quizás las respuestas las tendrían que dar esas 13 familias que dominan el mundo controlando los recursos del planeta, para así dominar y esclavizar a la humanidad.

Un abrazo de Paco.

Francisco Gómez Caja

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