La ciudad que queremos

Escrito por Miguel Ángel Piqueras
Viernes, 28 Marzo 2014 01:11

Si como anunciaban en su boletín mensual de enero, desde Iniciativa Porteña han conseguido reunirse con la consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, y que su reivindicación de un tren para el Puerto que conecte con la red de cercanías de Renfe haya sido escuchada, los porteños nos congratularemos de ello. Una deuda histórica con el Puerto desde que se cerró el trenillo en 1967 y un servicio público muy necesario que acabe con las penurias actuales en cuanto a las comunicaciones con Valencia y Castellón.

Pero el tren no define el modelo de ciudad por si solo, sino el urbanismo; se adapta a él si se han previsto las infraestructuras necesarias. Como diría un buen amigo, ingeniero de caminos y experto en movilidad, «dime qué ciudad construyes y te diré cómo te moverás». Nuestro actual modelo de ciudad arranca del PGOU aprobado en 1992. El vértigo y la preocupación social frente al incierto futuro generado por el cierre de la cabecera de Altos Hornos, más la promesa electoral del PP de crear el mayor parque industrial de Europa –Parc Sagunt I y II- que iba a atraer a una población importante, hacía necesario el diseño de lo que se llamó «una gran ciudad». El modelo de ciudad diseñado planteó el crecimiento urbano hacia el Este, polígono Fusión, y hacia el Norte del Palancia en Sagunto y el Palancia en el Puerto. Un modelo de ciudad expansionista que renunciaba a la histórica «ciudad compacta», tanto en el Puerto como en Sagunto, más sostenible, y apostaba por una «ciudad difusa», con grandes espacios abiertos, pero donde el coche es el rey, del que hay que depender para cualquier desplazamiento, por pequeño que sea. Un modelo de ciudad que suponía además el abandono de los núcleos históricos del Puerto y de Sagunto.

La crisis de crecimiento y el estallido de la burbuja inmobiliaria han puesto sobre la mesa lo erróneo de una planificación urbanística que se ha demostrado insostenible, que para nada responde a las necesidades actuales y no atiende a la necesidad de pensar en el futuro, en la ciudad que queremos dejar a nuestros hijos. Aunque la política urbanística del PP y de la mayoría de los grupos políticos sigue en la línea de no repensar el futuro y de no establecer nuevas pautas de comportamiento ciudadano y de planificación urbanística. Seguimos aprobando nuevas vías rápidas, nuevas rotondas, nuevos polígonos comerciales (Sagunt Center y Cruce de Caminos),… consolidando un modelo de ciudad a todas luces insostenible y olvidando que el futuro no nos pertenece y que estamos colapsando las opciones  de las generaciones venideras. La crisis energética, las dificultades presupuestarias, la escasez de suelo para el futuro, los solares vacíos, los efectos perversos del tráfico (contaminación, ruido, mantenimiento, etc.), la convivencia y la crisis del comercio de cercanía, deben hacernos recapacitar y pensar en un nuevo modelo de ciudad. Un modelo pensando en la cercanía de los servicios públicos y espacios de ocio al ciudadano; en la calle como espacio urbano de convivencia; en el comercio de proximidad frente al comercio de polígono; donde el transporte «a pie» y la bicicleta sean los medios más habituales; donde el uso del coche sea una excepción y en los traslados motorizados optemos por un transporte público de calidad y al servicio del ciudadano. Ahí si entra de lleno el tren, como un medio más económico, sostenible y fiable, de desplazarse a Sagunto, a Valencia y al resto de España.
 
Miguel Ángel Piqueras. Economista

 

 

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