¡Que se jodan!

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Viernes, 20 Julio 2012 02:00

Las personas con los atributos que nos acompañan no somos producto de la patraña religiosa de la creación universal. He leído en diferentes fuentes que somos producto de una evolución pausada que a lo largo de millones de años nos ha traído hasta aquí. Nuestro lenguaje es producto de esa evolución y, antes de perfeccionarlo para ser capaz de expresar las emociones y los pensamientos ordenados era rudimentario, pero eficaz. Gestual y gutural, con saltos, palmoteos y gruñidos, acompañados de expresiones caricaturescas, de emociones y sentimientos ante los acontecimientos cotidianos. Este lenguaje natural y gutural sigue presente y espontáneo en nuestros días, (¿será que seguimos siendo más animales que otra cosa?) repasad sino el acto ¿parlamentario? de hace unos días, donde el “ínclito” Rajoy nos leyó la cartilla a los enemigos.

Ante la letanía de medidas draconianas expresada por el Sr. Rajoy las señorías ocupantes de las diferentes bancadas expresaban las emociones y pensamientos que les suscitaba. Gestos y expresiones de caras y mentes asombradas e incrédulas en unas y de jolgorio y palmas en la más nutrida, la del Partido Popular. Las medidas, recortes, estafas, que el presidente desgranaba impertérrito eran y son expresiones, en si mismas, de una realidad de ruina, de miseria, de retroceso social y económico; de incapacidad de planteamiento ante los poderes fácticos que la han generado y de los que el y su bancada forman parte. Por eso, cada una de ellas era coreada con saltos y palmas en pie (como goles metidos en portería contraria y enemiga) con ese lenguaje ancestral y eficaz hasta que se produjo el milagro evolutivo de la lengua: «¡que se jodan!» Es decir: ¡que les den!

Y en esas estamos. La “señoría” Fabra aclaró la situación. Efectivamente, en sus filas no hay parados ni desamparados (su familia es ejemplo meridiano de ello; ha podido con casi una decena de jueces que trataban de investigarla y el actual está pidiendo socorro). Sus hijos, hermanos y entorno cercano gozan del manto de su protección, tienen el puesto asegurado, las medidas no van con ellos (¿Dónde está la lista de enchufes y asesores millonarios a eliminar?)   No, esta purria está en las filas enemigas: los funcionarios de enseñanza o sanidad o administración; las personas que trabajan o quieren trabajar o que están en el paro; las que estudian o quieren hacerlo; las dependientes y familiares que las sustentan en todos los sentidos; las jubiladas o que quieren jubilarse después de una vida en activo; todas las que no cito para no agobiar.

Hay que ser mucho Montoro para justificar la subida de un impuesto en el hecho de que parte de los afectados no lo paguen y, como consecuencia, los que cumplen que paguen más. ¿Es que los que pagamos somos los otros, el enemigo? Y no es que no queramos pagar la parte que nos corresponda en equidad: lo que no queremos es pagar todo lo que ellos (los que gobiernan y poderes fácticos a los que pertenecen y protegen) han dilapidado y dilapidan desde sus cargos, todo lo que sumergen en paraísos fiscales y exenciones de impuestos; lo que no queremos es el poder absoluto dado a los empresarios que los convierte en señores feudales del siglo XXI al borde del derecho de pernada; lo que no queremos es la destrucción de los servicios públicos que son nuestro mejor patrimonio; lo que no queremos es una justicia que brilla por su ausencia; lo que no queremos es que nos jodan.

Antonio Morcillo Giménez
Modificado por última vez en Viernes, 20 Julio 2012 02:00

 

 

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