El fin de la escuela

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Jueves, 02 Febrero 2012 01:00

Un libro que debería considerarse de cabecera según mi modesto criterio para cualquier docente en activo, y sobre todo para los que tienen una incierta vida profesional por delante, responde al título de El fin de la escuela. También para aquellos que quieran entender qué está pasando, y el devenir de lo que afablemente, y con cariño, hemos venido llamando Escuela, como institución. Michel E´liard lo publicó en 2002, nada más iniciado el milenio impredecible y el siglo negro y de retroceso, que si no lo remediamos, nos aguarda, el XXI. Ocurrió en Francia con larga tradición de enseñanza pública; y fue todo un éxito de ventas y de consultas, además de referenciado por los opinadores, favorables o detractores. Se lo dejé a mi letrado, y nunca me lo devolvió. Me tuve que agenciar otro ejemplar.

El ataque sin precedentes a la Escuela Pública desde finales del siglo pasado y de agresión brutal ya sin disimulo a la enseñanza pública y a los servicios públicos en general, en estos momentos, en sus contextos internacional, estatal, autonómico, municipal incluso, no se podría entender sin leer sus líneas. Ejecutado, tanto monta, por parte de comisiones europeas, FMIs, psoeros, peperos, cius, nacionalistas varios, como gestores bien-pagados del poder financiero y de las agencias ideológicas predominantes fundaciones sospechosas,  y salvando actuaciones individuales bañadas de ingenuidad política, y si acaso, de buena voluntad.

Si lo dijera yo, vale. No hay predicamento entre “el pueblo” y podría parecer exagerado. ¡Ah!  Pero si lo dicen treinta docentes de mi Centro no entremos en si escuela, colegio o aparcamiento y otros firmantes de modelos al uso en un escrito firmado a raíz del recorte de nuevo año de la Generalitat Valenciana en salarios, condiciones, y funcionamiento material y humano, cuando afirman que “Es el mayor ataque de la historia”, entonces, digo, tiene sentido el libro de E´liard, y hasta estas líneas en El Económico. Y entonces, puedo opinar, y hasta darme el lujo de convertirme en diana, una vez más.

El deterioro era y es , mal que me pese, evidente en la escuela pública la enseñanza privada nunca tuvo nivel, salvo contadas excepciones, sólo imagen e ideología divina para calmar la conciencia de padres medio pudientes con ganas de aparentar y diferenciarse. Los poderes varios se lo han planificado, y trabajado a pulso; sin prisas, pero sin pausas. Impunemente, encima. Y ha tenido ¡y sigue teniendo! muchas complicidades de Claustros, Ampas, Equipos Directivos digitales, que parecen ver el deterioro en centros ajenos  aunque nunca en los suyos. Parecen reaccionar ahora sólo parece, porque un escrito, una pancarta y una manifa, y echándose a los “clientes” en contra, no parece ser respuesta suficiente y acorde, ni consecuente. Y cuando han visto que va en serio el recorte del salario... ¡que si no...!. Mucho de ese deterioro mal que me pese de nuevo, y pese a recortes contables y asfixias económicas y de personal han contando con decisiones internas cómplices de los que ahora se ponen detrás de pancartas sin firmar. Y mirando para otro lado, cuando no difamando y vilipendiando al que se oponía, que no era más que opinión diferente. Y la condición de funcionario  tiene lógicas servidumbres y seguridades, pero no da patente de corso ni está exenta de crítica; y claro, cuando procede, de reconocimiento y merecedora de ser defendida, pese a las envidias y ataques ignorantes de quien no posee de lo que no me alegro salario, ni estabilidad, ni vacaciones, ni... No se trata de que los funcionarios acabemos como ellos, sino de que ellos sin distancia alguna , ni altivez por nuestra parte tengan seguridad y dignidad laboral, y no puedan ser per se usados al antojo de empresarios sin escrúpulos  y de gestores administrativos incompetentes (hacia, por ejemplo, los funcionarios interinos); y con la venia de las señorías sindicales de hoy convertidas en negociadoras de por vida, sin más oficio ni beneficio que parlamentar en alfombras relucientes y mantener su estatus acomodaticio. Frente a las canon o las nikon, repeinados, o con barbas sin retoque estética muy respetable, por supuesto.

 De los padres, como colectivo de usuarios, pues eso: reflejo del devenir del respetable como producto conformado y moldeado y sin ánimo de generalizar, más bien como imagen, que es capaz de manifestarse por decenas de miles para tirar a un presidente de club de fútbol maño, y debate incansablemente sobre los triunfos o fracasos de sus equipos, pero que protesta por un atasco de trescientos que protestan por la in-aplicación de la Ley de Dependencia. “Lo importante” es que el aparcamiento esté abierto a su hora, y con muchas horas, además de con flexibilidad y aunque no haya calefacción, o aire acondicionado en el verano;  y déjese de zarandajas de asfixias económicas, recortes, Proyectos de Centro, Programaciones, Presupuestos, Tutorías, Evaluaciones, Coordinaciones, Resultados, etc, etc, etc. Eso lo dejan “para los maestros” que para eso les pagamos(sic). En todo caso, que pregunten otros, y que protesten los de al lado. Cotizar a Hacienda religiosamente  no exime de ciertas responsabilidades ni de señalar a los demás genéricamente como responsables. El miedo, para todos, es libre.

Y a pagar poca chicha o poca ropa, a gusto sin causa justificada: los alumnos y alumnas. Sus referentes teóricos, sus modelos, sus guías, sus “padres con más horas de dedicación”, ahora les privan de salidas didácticas y culturales (sic) aunque no se conozcan las didácticas a aplicar; de celebraciones ni un carnaval para satirizar al Conseller del ramo. Ni viaje de fin de curso. Ni semana cultural. Ni Feria del Libro. Y sin pasarlo por Claustros o Consejos ¡que total! “la calle es mía”.  Fapa-Valencia ¡otra! , a puesto esta vez, con razón, el grito en el cielo.

Este docente, aquí y ahora, y hasta que no me supriman el salario, o dejen de pagarme, no ve justificación a esa medida y si alguna vez me he opuesto a la realización o celebración de alguna de ellas lo ha sido por la falta de rigor educativo, didáctico, de sentido, o de coste. Por ello, me muestro EN DESACUERDO ¿puedo, señorías?. En todo caso, adaptarlas a la realidad económica y de personal. Y me he manifestado por mi Centro con la camiseta diseñada al efecto, cuando me hubiera gustado hacerlo con alguna que me representara.

Los mecanismos de defensa del salario, de las condiciones laborales o funcionariales en este caso, de una enseñanza pública de calidad también tienen una rica y contrastada experiencia para su defensa, con un camino a seguir, y con una dirección de movimiento, conveniente,  solvente y no cómplice, horizontal, de intentar la confluencia de intereses varios desde la honestidad, y no desde el recelo. A eso me apunto, aunque me descuenten por malo más de mi salario de por sí poco considerado en función de la categoría social de la misión, y aunque recauden un poco más para arcas públicas intervenidas y en bancarrota en manos del PP y los del Gürtel, Emarsa, Aeropuerto Castellón, etc; y resistiendo como en el 88 si hay que resistir para eso, viéndolas venir,  no me metí en hipotecas de segunda residencia, ni en coches de más alta gama, ni invertí en planes de pensiones basura, sin poder. Ahora, pelear pa ná, para eso no se va.

Ni un voto y si les votas no te quejes, que dejas de ser creíble para los gestores  de ya contrastadas y evidenciadas prácticas por el uso y abuso  del cargo. Implicarse en el día a día de la Escuela Pública: preguntando, queriendo conocer, exigiendo, denunciando. Sumándose. Debatiendo y acordando lo que une y en donde corresponda. Con luz y taquígrafos. Puede ser una manera de iniciar el hacer frente al Fin de la Escuela por la que generaciones anteriores sobre todo el movimiento obrero pelearon para poder dar enseñanza a sus hijos e hijas, intentando sacarlos de la miseria.

(¡Chúpate esa Rajo, Zapa, Fabras, Camps, y su asesor, Castelló!. Por supuesto, Botín del Santander, y el Presidente de Mango, por delante). Y sé porqué  los nombro.

¡A POR ELLOS!, desde la política, la justicia, la movilización; con los más desfavorecidos o indefensos presentes en el corazón, y sobre todo, en la cabeza. Por la Escuela Pública, la que me permitió poder pensar y poder escribir estas líneas, pese a las afrentas, y los miedos. Con José Luis Sampedro, Premio Nacional de las Letras, comparto que “Mi única esperanza ante la crisis es un estadillo social”.

Alejandro Mayordomo Buendía. Funcionario docente.
Maestro de Infantil en el Municipio
Modificado por última vez en Jueves, 02 Febrero 2012 01:00

 

 

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