El ¿mercado? de trabajo

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Lunes, 27 Septiembre 2010 02:00

Hoy en día, en una terminología librecambista, llamamos mercado al escenario donde confluyen oferta y demanda. El mercado y sus características fijan el precio de los bienes y productos. No sorprende, en absoluto, que este ser omnímodo sea protagonista cuasi total en las transacciones económicas de nuestra era, siendo en este sentido, camino ineludible por el que han de circular las mercancías provinentes del comercio mundial.

Sin embargo, se escucha también con frecuencia la expresión «mercado de trabajo». Este sintagma, evidentemente, no está exento de significado, así como es poco probable que fuera elegido por casualidad, apenas nada lo es en la compleja ingeniería lingüística que rodea nuestro mundo cotidiano. De la misma manera que en una guerra se persigue encarecidamente la deshumanización del enemigo, con una intención muy concreta, argucias semejantes son empleadas deliberadamente con variopintos y distintos objetivos.
La fuerza de trabajo es factor clave en la transformación de las materias primas en objetos aptos para el consumo, dicho elemento es mayoritariamente humano, es decir, llevado a cabo por personas. Podrá existir una dirección, una maquinaria y demás objetos que conformarán un medio de producción, pero sin trabajo no existiría producción alguna.

El trabajo recibe una remuneración económica a la que llamamos salario, lo cual parece sensato, empero este histórico trueque dio lugar a la mercantilización del trabajo. En el momento en el que pusieron precio al trabajo consiguieron convertir, esta útil contribución a la sociedad, en una banal mercancía. Es en ese momento cuando nace el llamado «mercado de trabajo», y aunque la simple denominación no debería ser indicativo, absolutamente de nada, conviene ver que sentido se le da en la vida real.

En el sistema de producción actual la formula es muy sencilla: el empresario pone el dinero, el trabajador su fuerza y recibe a cambio de ésta un salario. Evidentemente, se está hablando de la compra – venta del trabajo, sin que el trabajador reciba ningún derecho sobre lo producido. Asépticamente, por lo tanto, la mercancía en juego es el trabajo, pero éste depende intrínsecamente al propio trabajador, por eso los contratos se hace a las personas. Aún así, el hecho de comprar su fuerza de trabajo, exigiría a su vez, comprar también su tiempo, su disponibilidad y el desplazamiento, entre otras cosas, porque son factores ineludibles para poder ofrecer ese trabajo en las condiciones que pacta el empresario, sin embargo estos elementos no se contemplan en el contrato de trabajo, a pesar de que su existencia es indiscutible. De modo que, en última instancia se podría llegar a hablar, ya no de la compra de la fuerza de trabajo sino incluso, de un alquiler de personas, al menos en el contrato de trabajo habitual por cuenta ajena.

No obstante, mediáticamente se potencia la característica del trabajo ignorando por completo el resto de factores. La intención por tanto parece clara, potenciar la faceta de mercancía del trabajo, deshumanizarlo, desligarlo de toda relación con la persona, convertirlo en un mero objeto, porque es bien sabido que con los objetos no se empatiza. Por eso es porque se habla de las condiciones de trabajo y su habitual empeoramiento, se trata de que aquello quede en cierta medida como algo ajeno, que se sabe que afecta, pero se tiende a pensar que no demasiado. Por el contrario podría entenderse que el empeoramiento de las condiciones de trabajo aumenta a su vez la dureza del resto de factores antes mencionados (tiempo, disponibilidad, desplazamiento, etc.) afectando inevitablemente a la calidad de la vida de toda la clase asalariada.
 
Es sensato pues, a tenor de lo hilvanado, deducir que las distintas cotrarreformas laborales a las que han sido sometidas las personas trabajadoras han mermado, por poco que fuera, su calidad de vida a pesar de que sólo se hablara de «condiciones de trabajo». Ello es tan injusto como que se prive a la sociedad del derecho de distribuir entre ellos mismos lo que antes han producido, y tener que dejar dicha tarea a un ente intermedio.

Juan Carlos Calomarde García.

Modificado por última vez en Lunes, 27 Septiembre 2010 02:00

 

 

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