Resurgiendo de los escombros

Escrito por Carolina Fuertes Gallur
Jueves, 29 Julio 2021 21:02

Hay una frase con la que comienza un artículo el periodista y escritor Enric Juliana que, en conmemoración a Luis XIV, dice «La autoridad soy yo», y toda aquella persona que lo haya leído, sabrá qué significa. Y todo esto es importante, porque parece que aquí, en nuestro pueblo, se puede entender como una metáfora.

Con esto me refiero a lo que todos ya sabemos: la famosa Plaza de la Concordia, que en la Antigua Roma tendría un valor infinito, pero que, como no pertenece a esa época, sino a una más reciente, su dejadez no solo es inmediata, sino inminente.

Tras mucho tiempo, primero pasamos por obras, luego por la destrucción más rápida que despacio y, con ello, la desaparición de los pórticos para tapar el sol, después por más obras y, ahora, por unos toldos unidos por cuerdas de un trozo a otro con una capacidad para retener el sol equivalente a la raíz cuadrada de menos 0 -adelantando: que no existe- y que, además, finalizamos, para más mofa, con unos asientos FUERA de los toldos para toda aquella persona que decida engañar a su cerebro y le haga pensar que ni se está quemando y que está cómodo.

A veces creo que nuestra población vive en la época equivocada y que, en realidad, aunque sea el siglo XXI -como en los JJ.OO. de Tokio 2020, que toda la publicidad es de 2020 pero estamos en el año 2021- nos situamos en el siglo V en la Edad Media cuando Atila ya llevaba un bufón. Porque así nos tratan, con burla y sátira, pero de la mal llevada; todo sea dicho.

Por eso, primero bufones de nuestra salud -como es el caso de dichos toldos- y ahora bufones de la salud + la higiene, como es el caso de los asientitos que hay alrededor. Sigo haciendo hincapié: FUERA de los toldos, sucios, zarrapastrosos, llenos de lobreguez más que de vida. Parecen amebas fuera de su zona de confort esperando a que llegue alguien para que les haga caso y así transmitir la infección.

Dada toda esta situación, leyendo el otro día, encontré una frase del querido Rousseau, ese señor que intentaba dar ejemplo sobre educación escribiendo ‘‘El Emilio’’ pero que abandonó a sus hijos – como la política de ahora-. Así que él decía: ‘‘Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas". Y cuánta razón tenía.

Carolina Fuertes Gallur
Concejala de Iniciativa Porteña

 

 

SUCESOS

SALUD